Tony Macarena: Guadalajara, Guadalajarx

El dúo curatorial Tony Macarena nos comparte su amor a Guadalajara, una ciudad que ya no es la misma.

19 Aug 2020

Tony Macarena son Lorena Canales (Tony) y Alejandro Olávarri (Macarena), un par de curadorxs queer (i.e. cuiradores) interesadxs en diseño. Su trabajo aborda las estéticas hegemónicas, la decolonización y la neocolonización, la comercialización de la cultura y la producción de las políticas identitarias. Guadalajara los une a ambos: aquí presentaron su primera exposición, y compartieron meses intensos de trabajo y (auto)exploración.  A través de estas cartas de amor a la Perla Tapatía, nos comparten su idilio romántico con una ciudad que ya no es la misma.

 

Querido Tony:

Ya me quería ir de Guadalajara. Me confieso, pues te he dicho todo lo contrario y creo que te mereces saber por qué te dejé. Guadalajara me trató demasiado bien. Guadalajara me alimentó sin vergüenza. Guadalajara reconoció mi identidad. Guadalajara me bailó excesivamente. Guadalajara desmanteló muchas de mis normatividades. Guadalajara no para de seducirme. Guadalajara me está escondiendo algo.

Dices que exoticé Guadalajara. Quizá. Lo que te aseguro es que nunca la idealicé. Cada tapatíe que interrogué me presumió de lugares distantes, de comidas foráneas, de películas internacionales. ¿Cómo es que nadie está obsesionado con lo que tienen ahí? ¿Será que hay una maldición que te ciega a la Perla cuando te instalas? Dicen que el jardín del vecino siempre es más verde, pero con una tierra mojada como la suya, parece imposible.

Preferí irme sin que se me contagiara la ceguera. Preferí irme con mi pequeña perla colgada. Así podré atesorar para siempre la insaciabilidad que me desató esta ciudad. Salada. Verde. Amarilla. Cálida. Extendida. Plana. Contrastante. Me llevo esta joya que tú me regalaste. Una joya que contiene cada ocasión en la que me comí panes ahogados y bebí tus amadas Rusas de Squirt y tus Cantaritos. En mi collar me llevo sus glorietas confusas, sus colores acalorados, la música de sus festivales, sus antros chorreados —el California’s, el Caudillos o el Bar Morelias— y los restaurantes elevados.

– Macarena

caudillos Tony Macarena

Caudillos. Foto: Andrés Alejos

Macarena querida:

Yo también tengo algo que confesarte. Estaba nervioso de que vinieras a Guadalajara. No sabía cuál de todas ellas te iba a tocar o si fueran a llevarse bien. No sabía qué tanto se pudieran agarrar el ritmo la una a la otra.
Por lo que me dices en tu carta, se gustaron. Qué bonito que te la quieras llevar así de recuerdo —un ostión recién formado en perla.

Quizá la exotizaste, quizá no. El tiempo dirá cómo la construiste DECONSTRUÍSTE en tu cabeza. La viste con nuevos ojos. Eso siempre se agradece, más aún cuando alguien de mirada tan curiosa como la tuya presta atención. Por otra parte, tu observación es acertada: a veces los que vivimos acá nos cegamos y no vemos lo verde que está el pasto de nuestro lado. ¿Qué te digo? El chiste se cuenta sólo, el tapatíe promedio hasta en lo bueno se aburre.

A todo esto, la ciudad usualmente no se muestra como se mostró para ti. Te estaba coqueteando. A ver, eso tampoco es único o especial, a todos les sucede en algún momento. Guadalajara encanta, sure, pero este tipo de coqueteo tan guape no se lo había conocido en los 32 años que tengo de vivir aquí.

GDL es a tease. Provocadora. Divertida. Intensa. Juguetona. Tierna. Generosa. De pronombres varios. Bailadorx. Acalorá. Acuerpada. Orgullose. Te tocó buena época y admito que le trataste bien. Le buscaste la diversión, te perdiste en sus calles del Centro con amigos y extraños, visitaste los pabellones de barro en Tonalá, las galerías de artesanías de Tlaquepaque en fin de semana y las plazas noventeras buscando un nuevo auge.

– Ya te extraña, Tony.

Guadalajara

Parque González Gallo. Foto: Andrés Alejos

Tony:

“Guadalajara, California.” No puedo creer que me haya atrevido a decir semejante insensatez. De haber sabido que este lugar era tan peculiar, que le interesa tan poco dar explicaciones sobre su forma de operar, jamás lo hubiese relacionado con un sitio como Estados Unidos, que enaltece su acelerada homogeneización. Guadalajara es una ciudad que se esfuerza por celebrar su diversidad. Entre tanta fiesta, festival y marcha de Orgullo que gozamos en junio, podría declarar a Guadalajara capital cuir/queer del país.

Pero su pluralidad se deleita en múltiples niveles. La arquitectura es un gran ejemplo. Contrastante, retacada y exquisitamente absurda, de mosaicos y curvas, cuadrada y dadivosa. Vi la arquitectura que regó González Gortázar por doquier, tanto bajo su firma como en transferencia estilística. El amarillo que levantó monumentalmente como protoacupuntura urbana hoy se ve reflejado en fachadas de moteles o de plazas CENTRITOS COMERCIALES.

En contraste —de manera complementaria— absorbimos también la arquitectura que Santa Tere preserva para todos quienes romantizamos la modernidad fallida en México. Creo que su belleza reside en que es una colonia que tiene una gama de acabados sin fin, y que ofrece ejemplos de cada década del siglo xx, que quién sabe cómo escapan del catálogo del inba.
Pero la arquitectura de Guadalajara tiene su verdadero auge de excepcionalidad en la Hermosa Provincia: el Templo Sede Internacional de la Luz del Mundo. Por supuesto, me repugna pensar en los crímenes de su creador, pero tenemos que ser objetivos y pensar que cualquier arquitecto del mundo quedaría relativamente perplejo al visitarle. Es la Disneylandia de las religiones, el taco de hamburguesa de las iglesias, la estación interestelar de la fe. Vidrios de espejo en gamas nunca antes vistas recubren los despachos de dentistas que también son… ¿pastores? Las vías peatonales quedan iluminadas por focos que trepan palmeras. Es difícil de creer que esto existe en la misma ciudad donde nació Barragán. La gente se preocupa por lo que le hizo Jill Magid, pero con esto, con esto sí se ha de estar revolcando en su tumba.

Besos, Maca

 

 

Templo Sede Internacional de la Luz del Mundo.

 

Maca:

“Los Ángeles, Jalisco.” No eres el primero ni el último en hacer esa conexión. Hace unos años, incluso, la broma del sueño gringo en Jalisco la empezó la industria tecnológica, autonombrándose el Silicon Valley de México. Ciertamente, hay momentos en que se pueden avistar similitudes. Palmeras. Cielo azul. Coche. Coche. Coches. Distancias. La horizontalidad de la ciudad. Breves (muy breves) momentos de rascacielos.

Personalmente, creo que la conexión más fuerte entre Los Ángeles y Guadalajara es que ambos son lugares mitificados. Los Ángeles HOLLYWOOD y Guadalajara LA MEXICANEIDAD; Mickey Mouse chicanx y Barragán vestido de charro montado en un Tesla.

La ciudad tiene otros momentos también, justo iba a decir que hay una nueva apreciación urbanística, tanto de quien construye como de quien habita.

La Casita, por ejemplo, el supercito gringo a unas cuadras de la casa, es una mezcla entre un Costco y una deli en algún barrio fifí de Manhattan. Otras esquinas, sobretodo en las colonias Providencia, Monraz, Chapalita y Ciudad del Sol, parecen sacadas de una telenovela donde todavía hay hombreras, del periodo ochentero tardío o noventero temprano. El nuevo gusto por la ciudad ha tomado tiempo cultivarlo. Con la creación de las ciclovías recreativas en la zona metropolitana se conectó a la urbe de maneras que parecían imposibles, de Tonalá al Parque Metropolitano, en pedaleadas tranquilas e ininterrumpidas. Las generosas ciclovías que nos topamos en nuestras caminatas son herederas de esto. Todavía falta verlas llenas, borboteantes de ciclistas. Pero no dudo que entre tanta Chapala Siren NIÑA FRESA de tendencia outdoors, arraigadas a la Madre Tierra tanto como al accesorio tradicional y el remate jet set, con sus mom jeans y botita de rancho, empiecen a proliferar en bicicleta nuevos mash-ups culturales, con mezclas hombrerudas de Sayayin y Flans.

Ayñ, no te rajes. Tony

Guadalajara

La Casita.

 

Lo sé, Tony:

Guadalajara tiene muchos ecosistemas. Dos de mis favoritos fueron la posthacienda tropicalizada y el lienzo urbano global. En el primero habitan, como dices, las Chapala Sirens, nadando entre la Seattle —cruzando por el Country y Santa Tere— y la Americana, entre las aguas de la coctelería refinada del Gallo Altanero, cenas largas en el oscuro y tranquilo Shelter, productos orgánicos sobre la calle empedrada de Villa de Patos y celebrando cumpleaños con tostadas de mariscos en Anita Li. En el segundo están quienes viven en Birkenstocks, cazando aire acondicionado o rituales y tradiciones ya dominados. Esta especie se observa en la cocina nayarita del Campomar o El Ponte Trucha Negro, en una clásica sobremesa en La Docena, incluso dentro del mítico japonés Suehiro DTLV, o en los modestamente mejores tacos de barbacoa: los Tacos Juan.

Ahora que pienso en esos tacos, y su microclima, quisiera hacerte un agradecimiento especial por el mundo del comer que me enseñaste. Conocí los términos locales para creaciones transestatales de nuestra relinchante República, pero también indagué especificidades culturales de Guadalajara mediante rituales que implican el comer. Y con el comer me refiero no sólo a los platillos típicos —desde las botanas de papa hervida hasta las pacholas de pollo—, sino a la experiencia completa.

Vivimos comeres en equipales tradicionales o recubiertos de plástico verde, músicas de todas las décadas en español, inglés o espanglish, bajo el sol delirante y en la sombra reconfortante, viendo caer tormentas y viendo caer nuestras mandíbulas.
Vivimos comeres tempraneros y desvelados —Guadalajara nunca se duerme con hambre— de todo tipo de presupuesto y antojazón. Vivimos comeres con más alcohol que nutrientes, en lugares con discriminaciones dispares. Pues, siendo francos, podemos aceptar que todos los comeres discriminan a alguien. Por su dieta, por su cartera, por su horario, por su ubicación o por su discreción. En ocasiones, creo que esa discriminación es más bien prudencia.

Como en el caso de Zuno Café. Es prudentemente discreto. Esto le permite ser un gran aposento para varias entidades, como las nuestras, y lo convierte en un espacio invaluable, por razones que se suman a su menú delirante.

Pero tú no discriminaste y me llevaste a todes. Y lo vimos todo y lo probamos todo y lo comentamos todo.

Gracias, M.

Tacos Juan.

Mariscos Ponte Trucha Negro.

Mi querida Macarena:

En Guadalajara, como dices, da hambre. Surge el apetito, el estado contrario a la satisfacción; es donde nace el deseo. La cultura cafetera de la ciudad es un buen ejemplo. Hace años los cafés eran pocos, café del día, café de olla, capuchino, el estilo clásico de cafetería y descafeinado. En años recientes, lugares como Caligari, de los primeros, Pal Real, primos de los primeros, Matraz, Punto Trópico, Amoroso, Rin Tin Tin y Fitzroy han ampliado las consideraciones que tenemos sobre café. (Dato curioso: el primer Starbucks de la ciudad abrió cerca de mi casa de la infancia, por la Expo Guadalajara, y las filas, en auto —porque autocéntrico—, eran larguísimas.)

Una última confesión. No te llevé a todos lados, no nos alcanzó el tiempo; nos quedaron cosas por ver. A tu regreso, te sigo mostrando los miniuniversos gastronómicos que hay en otras zonas y prometo mostrarte la Guadalajara de mi infancia, cuando Plaza del Sol, y de mi adolescencia, cuando empecé a conocer el Centro. Prometo seguir mostrándote la lista de las nieves de garrafa, los churros, las cremerías, esquites, mercados y abarrotes que he seleccionado después de años de peinar la ciudad.
Mientras tanto, te mando fotos de las plantas que dejaste en el departamento y que en tu honor cuido.

Tu Tony

Habanero Negro.

Mercado de las flores.

Toni Toné Tony:

Voy a tardarme en procesar todo lo que vivimos estos tres meses. Ayer desempaqué LLORANDO y, mientras le quitaba el periódico a los tequileros de vidrio soplado que compré en Tonalá, me dieron ganas de tomarme un último Siete Leguas contigo. Cuando saqué los molcajetes de plástico y de vidrio me di cuenta de que el Mercado de Abasto es el equivalente a un shopping mall, y para los que amamos la cultura material probablemente es el más interesante en América.

Aunque El Baratillo le da buena batalla. Éste es más similar a una feria o una convención. Cómo olvidar las tácticas de venta que presenciamos. El señor que nos sedujo a comprarle un aparatejo para rallar/pelar/cortar/desmenuzar REPENSAR las verduras y las frutas debe ser para siempre un gran referente nuestro. Llamativo. Humorístico. Elocuente. Insistente. Agradable. Adictivo. Estos mismos adjetivos utilizaría para describir a Guadalajara.

Quizá debería de escribirte una carta de los adjetivos que Guadalajara y tú comparten. Sería una carta muy larga, muy cursi, muy jariosa y muy sentimental.

Pero ahorita, prefiero quedármelos en mi perla, y así tenerlas a las dos conmigo un rato, en lo que regreso.

– Macarena.

El Baratillo.

Qué hacer

Parque González Gallo / Calzada Jesús González Gallo 1290, Col. El Rosario

Parque Morelos / Calzada Independencia s/n. Zona Centro

Templo Sede Internacional de la Luz del Mundo / Glorieta Central 1, Col. Hermosa Provincia

Dónde comer

Palreal / Lope de Vega 113, Arcos Vallarta

Caligari / Juan Manuel 1406, Col. Americana, Santa Teresita

La Docena / Av. Sao Paulo 1491. Col. Providencia

Suehiro / Av. de La Paz 1701. Col. Col. Americana

Zuno Café José Guadalupe Zuno 1912, Col. Americana

Dónde comprar

Mercado del baratillo / Calle Juan R. Zavala 38, Santa María

Mercado de abasto / Calle 4 451-459, Col. Comercial Abastos

La Casita Delicatessen / Av. Terranova 594, Col. Prados Providencia.

 

Foto de portada: Andrés Alejos

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Tony Macarena

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