Venecia es una de esas ciudades que todos soñamos conocer al menos una vez en la vida. Sus canales, góndolas y palacios son de otro mundo. Pero hay algo innegable: la ciudad está saturada. Cada año recibe alrededor de 30 millones de visitantes y, aunque el turismo es su motor económico, también es su mayor reto. Las calles diminutas se llenan, los precios suben y cada vez menos venecianos logran quedarse a vivir ahí.
En 2015 se estimaba que el centro histórico contaba con entre 55,000 y 58,000 habitantes. Para 2024, la población ha caído hasta unos 48,500, lo que representa una reducción de casi 10,000 personas, es decir, alrededor de 17% menos que hace nueve años.
Justo en medio de ese caos nació un proyecto inesperado: Poveglia Per Tutti. La idea es simple pero poderosa: recuperar un pedacito de la ciudad para los locales. El escenario es idílico: una pequeña isla cubierta de vegetación que lleva décadas abandonada. Está al final del Lido y alguna vez funcionó como hospital, aunque muchos la conocen como “la isla embrujada”, pero más adelante hablaremos de eso.

Hace unos años, el gobierno italiano intentó subastar la isla. La oferta mínima era de cero euros. Sí, cero. La idea era que alguien la convirtiera en un hotel de lujo o en un desarrollo privado. Sin embargo, un grupo de ciudadanos dijo “No hay manera, Poveglia es nuestra”. Lanzaron una campaña de financiamiento colectivo y sucedió lo que pocos creían que pudiera pasar: 4,600 personas, casi una décima parte de los habitantes de Venecia, donaron dinero. En total juntaron más de 460,000 euros y lograron ganar la subasta, incluso al alcalde.
El plan es convertir la isla en un espacio verde sólo para los venecianos: caminos para hacer senderismo, áreas para reunirse, un pequeño muelle, un huerto comunitario y el cuidado del ecosistema, que incluye una población de conejos que ya viven ahí. Nada de cruceros, souvenirs o colas interminables. Tan sólo un lugar para quienes todavía llaman “casa” a Venecia.
Sin embargo, Poveglia no siempre fue un lugar de paz. Su historia está llena de momentos oscuros que le han dado su fama de “isla maldita”. Primero, en el siglo XIV fue usada como lugar de cuarentena. Cuando la peste bubónica azotaba Europa, barcos enteros eran enviados ahí y miles de enfermos morían lejos de la ciudad. Se dice que las cenizas de quienes fueron incinerados todavía forman parte de la tierra que pisa cualquiera que llegue a la isla.
En el siglo XIX, el destino de Poveglia cambió de nuevo. El gobierno levantó en sus terrenos un hospital psiquiátrico que funcionó hasta mediados del siglo XX. Los rumores cuentan que algunos médicos practicaban terapias poco convencionales y que las condiciones eran más de encierro que de sanación. Con el tiempo, el hospital cerró y las instalaciones quedaron abandonadas, lo que reforzó la idea de que la isla estaba embrujada.

Hoy, los edificios en ruinas cubiertos de vegetación recuerdan ese pasado, mientras que los locales miran a Poveglia con una mezcla de respeto y curiosidad. Para algunos es un símbolo de las sombras de Venecia; para otros, una oportunidad de transformar un lugar en un espacio de vida comunitaria, lleno de calma, verde y un punto de encuentro para todos los venecianos que aún aman su ciudad.
Por eso, para muchos, Poveglia también simboliza resistencia. Pase lo que pase, algo indudable es que Venecia siempre será increíble. Y ahora, más que nunca, nos recuerda lo importante que es tener conciencia a la hora de ser turista y visitar otras ciudades. No se trata sólo de llegar, sino de respetar y dejar espacio para quienes habitan el lugar que tanto admiramos.