Una expedición al pasado de la tierra

Una desafiante expedición a la montaña más alta de Canadá condujo a la montañista Alison Criscitiello y a un experimentado equipo científico a descubrir los secretos del pasado climático de la Tierra.

13 Jul 2023

Fue necesario excavar 327 metros para llegar al corazón helado del monte Logan, en Canadá. Foto: ©Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.

Desde 1976, los Premios Rolex a la Iniciativa forman parte de la Iniciativa Perpetual Planet y han otorgado un reconocimiento a quienes transforman vidas y comunidades enteras para construir un mejor planeta para todos. Siguiendo los valores de calidad, ingenio, determinación y el espíritu emprendedor que ha impulsado a la compañía desde sus inicios, en Travesías presentamos esta serie de Guardianes del Planeta, con perfiles de socios y laureados con Premios Rolex a la Iniciativa.

“Estudiar el pasado nos permite predecir el futuro”. Está máxima, que suele asociarse con el conocimiento de la historia de la humanidad, puede tener también un sentido mucho más amplio: si, más allá de la preocupación por lo que compete a nuestra especie, damos un paso atrás para estudiar la historia geológica, podemos entender mejor las condiciones actuales de la Tierra y tratar de predecir su devenir. En eso se enfoca la Expedición Perpetual Planet de Rolex y National Geographic al monte Logan, encabezada por la investigadora Alison Criscitiello –montañista de gran altura y exploradora de National Geographic–, quien se ha abocado a estudiar una de las geografías más inaccesibles del planeta para revelar secretos que se mantienen congelados en la profundidad del hielo.

El monte Logan, la montaña de mayor altitud en Canadá, se encuentra en el extremo norte del continente americano, en el territorio de Yukón y muy cerca de la frontera con Alaska. Se trata de una región próxima a la costa del Pacífico Norte, de gran relevancia para la circulación atmosférica y oceánica del planeta. Las particulares condiciones climáticas de la región, caracterizada por sus abundantes tormentas de nieve, han solidificado, en el transcurso de los últimos 30,000 años, una enorme meseta helada de unos 20 kilómetros cuadrados de extensión y 400 metros de espesor. Se trata del hielo ártico no polar más antiguo del mundo.

El reto en una expedición como ésta es conseguir científicos que puedan soportar las condiciones adversas durante la expedición. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.
El reto en una expedición como ésta es conseguir científicos que puedan soportar las condiciones adversas durante la expedición. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.

Para llegar hasta ahí es necesario ascender unos 5,500 metros, prácticamente hasta la cima de la montaña, cuya latitud hace que la altura tenga un efecto más notorio sobre el cuerpo. Aunque las pesadas herramientas científicas pudieron trasladarse en helicóptero hasta esa ubicación, Criscitiello y el equipo hiperespecializado de científicos que la acompañaron debieron llegar hasta ahí por sus propios medios, pues era necesario que se acostumbraran de forma gradual a las duras condiciones de la montaña. Diez días de esquí y escalada les tomó alcanzar su destino.

Un taladro de 400 kilogramos y un generador fueron las herramientas clave de la Expedición Perpetual Planet de Rolex y National Geographic al monte Logan, mientras que los científicos que conformaron el equipo eran, además de especialistas en sus diferentes campos, personas con mucha experiencia en montañismo. El glaciólogo Seth Campbell, quien identificó el lugar ideal para que el equipo llevara a cabo su trabajo; el ingeniero Etienne Gros, quien construyó la perforadora y le dio mantenimiento en el lugar, y la geóloga Rebecca Haspel fueron los compañeros de Criscitiello en esta desafiante expedición.

Para comprender el futuro de la Tierra, Alison Criscitiello excava las profundidades heladas de las montañas y desentrañar el pasado climático. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.
Para comprender el futuro de la Tierra, Alison Criscitiello excava las profundidades heladas de las montañas y desentrañar el pasado climático. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.

Ahí comenzó el trabajo con el taladro para extraer los llamados “núcleos de hielo”, en los que Criscitiello es especialista: largos cilindros que se cortan y sacan del hielo, y en los que se puede observar diferentes capas de hielo milenario (como si se tratara de los diferentes pisos de un edificio o los ingredientes que conforman un gran sándwich). Metro a metro, contra el clima desafiante, la dureza glaciar y el deterioro físico de permanecer a gran altitud, el equipo pudo tomar muestras de 327 metros de hielo, que fueron posteriormente trasladadas de manera segura a las instalaciones del Canadian Ice Core Lab, en la ciudad de Edmonton, presidido por Criscitiello.

La siguiente etapa del proyecto ocurre ahí, en el laboratorio, donde durante tres meses se prepara el hielo para su estudio: un fino corte longitudinal permite, entre otros análisis, hacer imágenes de alta resolución, buscar partículas de cenizas de incendios forestales o volcánicas, rastros de diferentes especies o aerosoles marinos, así como un estudio de conductividad eléctrica para determinar momentos de actividad eruptiva, antes de ser archivados para investigaciones futuras que serán la base para entender el paleoclima: 30,000 años de hielo tienen el potencial de arrojar una cantidad de información tan vasta que podría cambiar la manera en que entendemos el clima de la Tierra.

De regreso en la Universidad de Alberta, Criscitiello y su equipo realizan una serie de estudios que les permiten entender el clima de hace miles de años. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.
De regreso en la Universidad de Alberta, Criscitiello y su equipo realizan una serie de estudios que les permiten entender el clima de hace miles de años. Foto: © Rolex Steve Henderson/ Leo Hoorn.

Criscitiello espera descubrir algo tan nuevo que quizá ahora mismo no podemos siquiera especular qué es. Lo cierto es que, tras una larga carrera como especialista en núcleos de hielo, se siente afortunada de poder dirigir un proyecto de gran relevancia científica, pero que a la vez suma su pasión por la investigación y la aventura: “El monte Logan es muy especial para mí –asegura–. Realmente es la primera vez que todo lo relacionado con mi trayectoria, mi experiencia y mi pasión se ha unido. Una de las cosas que más me inspiran en la vida son los retos físicos en estos lugares. Hacerlo impulsando la ciencia al mismo tiempo es algo eufórico”.

Conoce más sobre estas iniciativas en rolex.org #Rolex #PerpetualPlanet #RolexAwards #GuardianesdelPlaneta

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