Imagina un bloque de hielo inmenso, tan grande como varias ciudades juntas, que ha existido en medio de los mares más fríos por casi 40 años. Hablamos del iceberg A23a, conocido por los expertos como la “reina de los icebergs”, un bloque de hielo desprendido de la Antártida en 1986, pero que resistió décadas atrapado en el fondo marino, antes de comenzar a moverse, apenas en 2020.
En los últimos meses su estructura ha comenzado a desmoronarse aceleradamente. Ha perdido más de la mitad de su tamaño original y pedazos del tamaño de ciudades se han desprendido de este, quedando flotando en medio del océano.

¿Qué está provocando este deshielo?
De acuerdo con expertos, las aguas cada vez más cálidas están derritiendo el iceberg y debilitando su masa a pasos agigantados, una aceleración que se atribuye en buena parte al cambio climático.
Los expertos coinciden que el A23a podría desaparecer por completo en cuestión de semanas. Algunos incluso alertan que podría fragmentarse de golpe, como una avalancha flotante. Por ahora, su desintegración ha sido tan significativa que ya no se lo considera el iceberg más grande del mundo; ese título lo tiene ahora el D15a.

¿Y cuál es el impacto de todo esto?
Además del espectáculo geológico, hay implicaciones ecológicas y para la navegación. Fragmentos enormes pueden ser peligrosos para barcos que transitan esa zona. El derretimiento puede alterar corrientes marinas, liberar agua dulce y afectar ecosistemas, desde microbios hasta grandes mamíferos marinos.
