Historias de hoteles: El Casino de Agua Caliente, Tijuana

Escenario de Rita Hayworth, Dolores del Río y Al Capone, el hotel-casino de Agua Caliente fue una leyenda que transformó la ciudad de Tijuana.

03 Jun 2022

Foto: Agua Caliente Hotel, Casino, Racetrack Vintage Tijuana

NATION VOTED DRY. Con este titular, (que podría traducirse por un La nación votó por la abstinencia), el New York Times, en su edición del 17 de enero de 1919, comunicó a sus lectores que la décimo octava enmienda a la constitución había sido aprobada para convertirse en ley. ¿Las implicaciones? La producción, transportación, venta y consumo de alcohol quedarían totalmente prohibidos dentro de los Estados Unidos a partir de 1920.

Las reacciones ante la nueva ley no se hicieron esperar. Numerosas protestas de comerciantes estallaron, un nuevo contingente de policías fue habilitado para asegurarse de que la ley se cumpliera, y decenas de clubes nocturnos clandestinos aparecieron en los sótanos de Nueva York. Sin embargo, la promulgación de la llamada Ley Seca tuvo también otra (muy inesperada) consecuencia: originó un boom turístico en Tijuana. 

Foto: Agua Caliente Hotel, Casino, Racetrack Vintage Tijuana

Convenientemente situados a un tiro de piedra de California, los pueblos fronterizos mexicanos ofrecían un escape sencillo de las leyes y restricciones estadounidenses que, desde finales del siglo XIX, se habían caracterizado por una actitud moralizante.
De hecho, California había prohibido el consumo de alcohol desde 1908, y varios casinos, cantinas y demás centros de diversión (que incluían desde salones de baile y hasta fumaderos de opio) se habían instalado en Tijuana y Mexicali desde finales del Porfiriato.

Sin embargo, la promulgación de la Ley Seca de 1919 ofreció una oportunidad sin precedentes, y varios de los principales hombres de negocios de la región no tardaron en buscar la mejor manera de aprovecharla.

Barones de la frontera

Durante los complejos años de la Revolución, la constante necesidad de dinero por parte de los caudillos mexicanos, combinada con el interés de los propietarios estadounidenses por proteger sus intereses, había fomentado la creación de un curioso tipo de empresario: los border barons o barones de la frontera. Y aún y cuando el conflicto armado terminó, éstos permanecieron, pues se se habían convertido en un componente esencial de la dinámica fronteriza.

En una peculiar mezcla de caciquismo, favoritismo y corrupción, los barones compraban el favor de políticos y autoridades mexicanas por medio de obsequios o préstamos de dinero, para así asegurar un trato preferencial para sus negocios.

El famoso ‘Patio Andaluz’ de Agua Caliente. Foto: Archivo

De esta manera, cuando la oportunidad llegó para construir un gran hotel en el área de Tijuana que pudiera lucrar con la Prohibición en los Estados Unidos, y de paso atraer a la crema y nata de la sociedad hollywoodense, no es de sorprender que Wirt Bowman, Baron Long y James Crofton (tres de los principales barones) se uniesen. 

Sin embargo, las leyes durante la pos-Revolución estipulaban que los extranjeros no podían ser dueños de propiedades en México, por lo que se vieron en la necesidad de incorporar un mexicano a su grupo, y el elegido fue ni más ni menos que el entonces gobernador del territorio de Baja California Norte y futuro presidente de México: Abelardo R. Rodríguez. 

La excusa fue perfecta. La existencia de un manantial de aguas termales al sureste del entonces poblado de Tijuana fue el pretexto ideal para construir un gran hotel que incluiría balneario y casino, el gobernador Rodríguez adquirió el terreno y, gracias a su influencia, arregló que los materiales necesarios para realizar la construcción pudieran ser importados libres de impuestos. 

South of the border: Un espejismo en el desierto

El encargo de diseñar el nuevo complejo recayó en el entonces joven arquitecto estadounidense Wayne McAllister, de tan sólo 20 años, y quien eventualmente se volvería famoso por ser una de las principales figuras de la arquitectura googie y autor de varios hoteles clásicos de Las Vegas, como el Sands y el Desert Inn.

En conjunto con su esposa Corinne Fuller (la segunda mujer en recibirse como arquitecta en los Estados Unidos), McAllister proyectó un hotel que, como no podía ser de otra manera, estaba diseñado en estilo colonial californiano, tan de moda en California desde su aparición en la exposición Internacional de San Diego de 1915. 

Postales vintage del hotel-casino de Agua Caliente

También conocido como Mission style o Spanish Revival, este estilo permitía ofrecer espacios lujosos y elegantes, que asimismo empataban con la imagen típica de arquitectura mexicana que los estadounidenses ya empezaban a tener en la cabeza por aquellos años. Sin embargo, el nuevo hotel estaba pensado para ser mucho más que sólo eso.

Desde su concepción, Agua Caliente fue planeado como un oasis, un gran y lujoso centro de esparcimiento del que sus huéspedes no tuvieran la necesidad de salir, y en donde pudieran no sólo tomar alcohol y apostar, sino escapar por unos días de la realidad y divertirse a todas horas. 

Para completar esta imagen de oasis, se plantaron decenas de palmeras datileras en los patios y alrededores del hotel, mientras que los interiores se decoraron usando (y combinando) elementos del arte mudéjar, del bizantino, del renacentista y hasta del barroco francés de Luis XV.
El resultado fue entonces un suntuoso y espléndido resort, que efectivamente parecía un espejismo que surgía a la mitad del desierto bajacaliforniano.

In Caliente…

Para promocionar el nuevo destino, y aprovechando que las carreras también estaban prohibidas en California, se inauguró un galgódromo en julio de 1927 que empezó ya a atraer visitantes, de tal manera que cuando un año después, el nuevo hotel-casino abrió sus puertas el 23 de junio de 1928, su éxito fue inmediato.
Carl H. Withington donó 80 mil dólares al gobierno de Rodríguez a cambio de la licencia para operar el casino, y de la noche a la mañana Agua Caliente colocó a Tijuana en el mapa turístico del sur de California. No pasó entonces mucho tiempo para que la realeza de Hollywood empezara a descender de manera habitual sobre la ciudad con el único objetivo de desconectarse y pasar un buen rato en el hotel. 

Llegar no era complicado. La línea de ferrocarril San Diego-Arizona tenía una estación muy cerca del él, y además, una nueva carretera fue construida exclusivamente para unir la frontera con el nuevo complejo. Más aún, incluso se creó una pequeña pista de aterrizaje para que pequeños aviones provenientes de Los Ángeles y San Diego pudieran aterrizar prácticamente a un costado del casino.

Al arribar, una fuente con una escultura del dios Pan (que con el tiempo sería coloquialmente conocida como “fuente del fauno”) daba la bienvenida a los huéspedes, que entonces podían deleitarse con la inmensa oferta del hotel, que además del casino, incluía 50 habitaciones, 33 bungalows, una alberca olímpica, gimnasio, canchas de tenis, salón de baile, restaurantes, bar, tienda de recuerdos, e inmensos jardines diseñados por el mismo autor del parque Balboa de San Diego.

Poster vintage de ‘In Caliente’, protagonizada por Dolores del Río y Pat O’Obrien

Asimismo, un balneario de reminiscencia islámica (coronado por una chimenea diseñada para emular al minarete de algún palacio de las mil y una noches) fue construido en torno a la piscina. Sus muros, que estaban cubiertos de piso a techo con azulejos que formaban intrincados mosaicos, resguardaban un baño turco, un baño ruso, asoleaderos, barbería, salón de belleza, perfumería y hasta una joyería. No obstante, el corazón del hotel pertenecía, invariablemente, al casino, ubicado en un galerón decorado de manera opulenta que llevaba el sugestivo nombre de el Salón de Oro.

Charlie Chaplin, Al Jolson, Buster Keaton, los hermanos Marx, Clara Bow y Jimmie Durante, entre muchas otras estrellas de la época del cine mudo de Hollywood, eran visitantes frecuentes del hotel. Al Capone llegó a ser visto in Caliente, como se le llamaba afectuosamente al resort, y una jovencísima Rita Hayworth (aún con su nombre real de Margarita Cansino) bailaba en sus escenarios antes de ser descubierta, ahí mismo, por Winfield Sheehan, productor de cine de la Fox Film Corporation que la llevaría al estrellato.

Un buen negocio (¿y modelo a seguir?)

Contrario a lo que podría pensarse, los servicios del hotel no eran demasiado caros. Por ejemplo, la tarifa para rentar un bungalow era de $5 USD por noche (equivalente a unos 90 dólares actuales). El negocio estaba en el casino, y en el consumo de alcohol que se extendía a todas horas, y en 1929, no hubo mayor escándalo que la noticia de que el Cadillac que transportaba las ganancias del Caliente (unos 85,000 dólares en efectivo y cheques) a un banco en San Diego, había sido asaltado en National City.

Foto: Postal vintage de la piscina del Casino de Agua Caliente, Tijuana

Para los años 30, acaudalados estadounidenses llegaban a Tijuana desde Los Ángeles y Nueva York con el único objetivo de vacacionar (y divertirse) en el hotel, y en 1935 era ya tan popular, que Dolores del Río y Pat O’Brien protagonizaron In Caliente, una musical de Warner Bros que se desarrollaba en el ya legendario centro vacacional.

Las ganancias generadas por el Agua Caliente eran tales, que el hotel comenzó a expandirse, agregando un campo de golf a su oferta y renovando las pistas de carreras. No pasó así mucho tiempo para que diferentes inversionistas buscaran replicar su éxito en diferentes partes de México, y diferentes hoteles (como el Riviera del Pacífico en Ensenada, el Casino de la Selva en Cuernavaca, y el Mocambo en Veracruz) empezaron a ser construidos con el objetivo de emular el éxito del recinto tijuanense. 

Una mala carta

Sin embargo, la fortuna del recinto cambió radicalmente cuando, en 1935, el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas decidió de manera súbita revocar la licencia del casino. Contrario al modelo turístico de Tijuana (que iba de la mano con el vicio), Cárdenas buscaba promover un turismo enfocado en el encanto típico de los pueblos coloniales mexicanos, y en ese proyecto, el Hotel Casino de Agua Caliente no tenía lugar. 

Postales vintage de la zona de la alberca del Casino de Agua Caliente, Tijuana

El hotel fue forzado a cerrar cuando se encontraba en la cima de su éxito. Las instalaciones quedaron abandonadas de la noche a la mañana, y toda esperanza de reabrir el centro turístico se perdió cuando, en 1939, los juegos de azar fueron prohibidos en todo el territorio mexicano. 

El antiguo casino de Agua Caliente fue entonces expropiado y mucho de su mobiliario fue saqueado. Afortunadamente, los suntuosos espacios quedaron intactos, y en 1939 fueron traspasados a la Secretaría de Educación, que instaló en ellos al nuevo Instituto Técnico Industrial del estado.

Las habitaciones y salones se convirtieron en aulas, y con el tiempo, diversas escuelas, y hasta un internado, se instalaron en los terrenos que habían pertenecido al hotel. Sin embargo, un incendio destruyó por completo el Salón de Oro en 1967, y sus ruinas comenzaron a ser utilizadas como cantera hasta que, en 1975, se tomó la decisión de demoler la gran mayoría de los edificios del alguna vez famoso y cotizado resort.

El legado

Hoy en día, del grandioso Hotel Casino de Agua Caliente, apenas y quedan en pie la antigua chimenea con forma de minarete, la piscina y la fuente del fauno, que de hecho se encuentra en proceso de restauración. No obstante, su legado abarca mucho más de lo que sus fundadores posiblemente jamás pudieron haber previsto en 1928.

Aunque la época de las prohibiciones ha quedado atrás, Tijuana ha permanecido en el imaginario como un destino predilecto para los estadounidenses que buscan divertirse, y fuera de la ciudad, el modelo propuesto por Caliente sirvió como inspiración para para una ciudad que, años después, se levantó también en el desierto como un espejismo de lujo y esparcimiento: Las Vegas.

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