México nostálgico: así se veía en el siglo XIX según José María Velasco

Nadie retrató el Valle de México semi virgen como este pintor.

07 Jun 2022

Valle de México, 1877. Óleo sobre tela, 160.5 x 229.7 cm. Foto: cortesía Museo Nacional de Arte, INBA

Si alguna vez te encontraste con una obra de José María Velasco (1840-1912) es posible que te haya deslumbrado no sólo la calidad impecable, excepcionalmente detallista e íntima, de los paisajes mexicanos que retrató como ningún otro pintor de su época, sino también que te haya sorprendido el cambio que experimentó el Valle de México de un siglo a otro.

Velasco, nacido en el Estado de México, y quien por quedar huérfano de padre a temprana edad debió combinar el trabajo con el estudio, se convirtió en uno de los primeros pintores paisajistas (y en el mejor) de finales del siglo XIX. Mientras que el canon por el que se decantaban los artistas de aquellos tiempos en la Academia de San Carlos estaba centrado en la figura humana y las obras de corte religioso, Velasco profundizó en los conocimientos de botánica y geología para utilizar su refinada técnica en el retrato de lo inasible: el espíritu, la esencia, de los lugares.

La Alameda de México, (1866). Óleo sobre tela, 70 x 97 cm. Foto: cortesía Museo Nacional de Arte, INBA

Alameda y el antiguo Valle de México

Las escenas retratadas en la obra de Velasco cuentan sobre la vida cotidiana en el antes tranquilo Valle de México: la procesión que acompaña a una pareja de recién casados en la Alameda o el silencio total de un camino que se pierde más allá de las colinas, con el lago -ya extinto- de testigo, como puede verse en Valle de México desde el cerro de Santa Isabel (1875), hoy conocido como Cerro del Guerrero, en el norte de la Ciudad de México (imagen que puedes ver al inicio de esta nota y en la imagen de abajo).

Valle de México desde el cerro de Santa Isabel,(1875). Óleo sobre tela, 137.5 x 226 cm. Foto: cortesía Museo Nacional de Arte, INBA

La obra de Velasco sobresalió tanto en su tiempo que recibió distinciones como la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes en los años 1874 y 1876, además de que su obra fue expuesta en la Exposición Universal de París de 1889, y en la Exposición Mundial Colombina de Chicago, en 1893.

Velasco comprendió el paisaje no como un elemento decorativo, sino como un reflejo fiel de la escena que representaba: algo de herencia naturalista que estuvo tan en boga en el siglo XIX y que el artista mexicano llevó a un máximo grado de perfección.

Se dice que Velasco fue un auténtico erudito: no sólo dominó la técnica del óleo, sino que realizó estudios de botánica, geología, matemáticas, anatomía y zoología. Su amor por la naturaleza lo llevó a formar parte de la Sociedad Mexicana de Historia Natural.

El antes y el después

Gracias a la obra de Velasco es posible conocer de manera fidedigna el pasado no sólo Del Valle de México (entre otras zonas del país que retrató, aunque no tan profusamente) sino también la transformación que vivió la actual Ciudad de México a medida que la mancha urbana fue creciendo, en particular desde mediados del siglo XX.

Como se puede observar en etas fotografías de las obras del pintor, en las que se ven superpuestas imágenes de la CDMX en la actualidad obtenidas desde Google Earth, sin Velasco sería casi imposible notar el cambio no sólo en el diseño urbano de la capital mexicana, sino también en el estilo de vida de dos Méxicos que al día de hoy parecen totalmente opuestos.

Catedral de Oaxaca, (1887). Óleo sobre tela, 46 x 62 cm. Foto: cortesía Museo Nacional de Arte, INBA

Velasco es uno de los diez pintores mexicanos cuya obra está catalogada como Monumento Artístico de la Nación. Su pintura influyó en artistas como Orozco, Dr. Atl, Rivera y Siqueiros, y la necesidad de romper con la tradición instaurada por él fue lo que llevó a estos grandes artistas a desarrollar el muralismo mexicano. De esta manera, la obra de Velasco terminaría por incidir en la nueva pintura del México moderno.

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