Secretos queretanos: Cadereyta de Montes

Viñedos, artesanías, iglesias virreinales, campos de agave, una (enorme) oferta de barbacoa, y no uno, sino dos jardines botánicos, hacen de este pequeño pueblo, el secreto mejor guardado de Querétaro.

POR: Diego Ávila \ FOTO: Diego Ávila
12 Dec 2022

Foto: Diego Avila

Dos imponentes iglesias amarillas, un jardín, y las infaltables letras enormes que enuncian Cadereyta, dan la bienvenida a los visitantes que llegan a la plaza principal de Cadereyta de Montes. Aunque se encuentra a sólo 70 kilómetros de la ciudad de Querétaro, este Pueblo Mágico (uno de los seis que hay en el territorio queretano), ha permanecido fuera del radar de la mayoría de los viajeros. En efecto, y frente al encanto evidente de Tequisquiapan y Bernal, el de Cadereyta es menos obvio, pero quizás por eso mismo, descubrirlo resulta mucho más gratificante.

Fundada en 1640, la villa de Cadereyta fue establecida con el objetivo de apoyar la colonización del territorio chichimeca. De este modo, el pueblo se convirtió en una parada obligada para todos los frailes que iban a evangelizar a la Sierra Gorda, y un crisol en donde coexistían españoles, indígenas jonaces y otomíes. Hoy en día, la diversidad cultural de la región permanece, y es la excusa perfecta para explorar algunas de las caras más desconocidas (pero deliciosas y atractivas) del estado de Querétaro.

Foto: Diego Ávila.

Boyé, donde la barbacoa y el maguey son asuntos serios

Es un secreto a voces en Querétaro que, los domingos por la mañana, no hay mejor lugar para desayunar barbacoa que en Boyé, un pequeño poblado a unos 10 km del centro de Cadereyta. Aquí, la barbacoa es un asunto serio y, más importante, familiar. El pueblo alberga 15 familias productoras que resguardan las recetas de sus padres y abuelos, y que cuidan todo el proceso de principio a fin, desde la cría de los chivos y hasta la elaboración de las tortillas. Los jefes de familia se encargan de la preparación, mientras que los más jóvenes se desempeñan como meseros y atienden a los comensales que llegan al restaurante familiar.

Aunque en el pasado este platillo solía prepararse únicamente para ocasiones especiales, desde hace unos 30 años, los barbacoyeros de Boyé comenzaron a servirlo también los días domingo. La voz no tardó en correrse, y cada domingo, este pueblo de apenas 1,800 habitantes recibe entre 5 mil y 6 mil personas que llegan hasta aquí con el único objetivo de almorzar barbacoa. Y aunque cualquier domingo es un buen día para comer barbacoa aquí, no hay mejor momento para visitar Boyé y dejarse consentir desde el estómago, que a finales de septiembre, cuando el pueblo alberga la Feria de la Barbacoa y el Pulque, un magno evento de 5 días en los que todos los barbacoyeros de Boyé y del municipio de Cadereyta, se dan cita para alimentar a los alrededor de 90 mil comensales que llegan para la ocasión.

Foto: Diego Ávila.

Con tanta barbacoa, no es de extrañar que en Boyé, además de borregos, haya también magueyes, y muchos. Las hojas de esta planta se utilizan para cocinar la carne, pero antes de esto, el maguey tiene otra finalidad: producir pulque. Esta bebida fue una de las más consumidas en México desde tiempos prehispánicos y hasta el siglo XX, sin embargo, la llegada de la cerveza supuso un desafío sin igual, y entre los años 40 y los 90, los campos de maguey de Boyé sufrieron mucho. Afortunadamente, nuevas iniciativas están luchando para recuperar y dar a conocer el riquísimo patrimonio gastronómico-cultural que resguarda esta planta. Ejemplo de esto es ‘El Tlachiquero’, donde Don Óscar no solamente realiza degustaciones de pulque, miel y aguamiel, sino que también conduce recorridos por sus espectaculares campos, llenos de magueyes de diferentes tipos que alcanzan hasta los dos metros de altura.

Exuberancia desértica

Además de facilitar el intercambio cultural, la ubicación geográfica de Cadereyta tiene otra gran virtud: es ideal cultivar plantas desérticas. Así lo comprobó la alemana Carolina Wagner, quien además de ser una de las primeras biólogas de su país, llegó a México por ahí de 1920. Gran entusiasta de las cactáceas, Wagner se asentó en Cadereyta, donde junto con su esposo, el pintor Ferdinand Schmoll, creó una de las colecciones de cactáceas y suculentas más grandes e importantes de México. Un siglo después de su fundación, el jardín botánico de la Quinta Schmoll sigue siendo custodiada por los descendientes de sus fundadores, y puede dividirse en dos: la primera parte que consiste en viveros e invernaderos que resguardan ejemplares jóvenes de todas las plantas que aquí crecen, y la segunda, compuesta por jardines en los que las cactáceas adultas son transplantadas.

Foto: Diego Ávila.

Y por si uno no fuera suficiente, a unos 800 metros de la entrada de la Quinta Schmoll, se encuentra el acceso al Jardín Botánico Regional de Cadereyta, un enorme terreno de varias hectáreas de extensión que, además de enfocarse en el estudio y preservación de la flora del semidesierto queretano, cuenta con su propia cañada y una espectacular colección de biznagas y agaves.

Foto: Diego Ávila.

Entre caballos y paracaidismo: ofertas renovadas

En años recientes, la oferta hotelera de Cadereyta se ha incrementado con dos propuestas que nada tienen que envidiarle a los hoteles boutique de los otros pueblos del estado: ‘Viña del Cielo’ y ‘Hacienda Tovares’. El primero cuenta con sus propios viñedos y una serie de experiencias que giran en torno al vino y la gastronomía, dentro de las cuales no hay que dejar de reservar un asiento en su cena-degustación, una cata que, entre platillos, vinos y música, busca estimular todos los sentidos de los huéspedes. Por el otro lado, Hacienda Tovares ofrece experiencias ecuestres, aguas termales, un pequeño lago y habitaciones en el casco de una hacienda que data del siglo XVII.

Foto: Diego Ávila.

Finalmente, y para aquellos entusiastas de la adrenalina, Cadereyta cuenta con un pequeño aeródromo que, aunque no recibe vuelos comerciales, es perfecto para otra cosa: lanzarse en paracaídas y hacer vuelos panorámicos. Hogar del Skydive Center Querétaro y la compañía Elite Air Service, en este aeródromo se pueden hacer todos los trámites necesarios ya sea para lanzarse desde varios miles de metros de altura, o para tomar un vuelo desde el cual observar la Peña de Bernal o la presa de Tzibanza. Una oportunidad imperdible para apreciar, literalmente a vuelo de pájaro, la riqueza inadvertida del municipio de Cadereyta, que dicho sea de paso, es el más extenso del estado.

Foto: Diego Ávila.

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