Vacaciones en la galaxia: así funciona el turismo espacial

Esta década ha marcado el inicio de los viajes al espacio, una industria multimillonaria que comienza a volverse más visible.

14 Feb 2022

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la idea de volar parecía imposible. Y, aun así, muchos lo intentaron. Hay, desde el siglo XVII, cientos de patentes de dispositivos que jamás sirvieron, pero cuyos fracasos nunca destruyeron la fantasía de elevar a los humanos por los cielos. Finalmente, en los primeros años del siglo XX, los hermanos Wright realizaron el que se reconoce como el primer vuelo de un aparato más pesado que el aire operado por un motor.

Tras este logro tuvieron que pasar 11 años para que la historia registrara el primer vuelo de avión comercial, el cual llevaba carga y -además del piloto- un solo pasajero. Poco más tarde, al terminar la Primera Guerra Mundial, ya era común ver aviones surcando el cielo con meros propósitos de transportación civil.

Aunque, por supuesto, los vuelos eran demasiado caros, no como hoy, que tomar uno supone un asunto normal y económicamente accesible para los ciudadanos de a pie. ¿No suena todo eso a lo que estamos viviendo justo ahora con el turismo espacial?

Del retrofuturismo al turismo espacial

Después de siglos de intentos, la civilización “conquistó” el cielo. Y entonces había que ponerse metas más altas, como la Luna o, por qué no, todo lo que esté al alcance en el universo. Estos nuevos sueños permearon la cultura pop y el cine y la televisión comenzaron a alimentar aún más nuestras fantasías de surcar el cosmos sólo porque sí. Recordemos, por ejemplo, como los Supersónicos tenían vacaciones interplanetarias con absoluta normalidad.

En 2021, esto comenzó, por fin, a verse ya no como ciencia ficción, sino como una realidad tangible. Tras al menos una década de misiones de prueba, los vuelos comerciales al espacio con pasajeros empezaron a realizarse gracias a empresas privadas como Virgin Galactic, Blue Origin y SpaceX. Claro que, como lo cuestiona la revista Wired, si bien 2021 fue el año en el que se inauguró el turismo espacial, la siguiente pregunta es ¿para quién?

En la llamada “carrera espacial de los millonarios” ocurrida el año pasado, Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk, quienes son los propietarios de las compañías antes mencionadas, fueron al espacio por una simple razón: porque pueden.

El precio de ver el cosmos

Aunque valdría la pena hacernos muchas preguntas antes, la primera que surge cuando hablamos de la realidad espacial es cuánto cuesta. Pero los precios, por ahora, distan de ser tarifas fijas (algo que no es posible ni siquiera para los trenes o aviones), ya que dependen de las compañías, del tipo de viaje que se realice y del número de pasajeros que se permitan, además de muchas otras variables.

Según los datos actuales, los vuelos en Virgin Galactic, que inicialmente costaban 250,000 dólares, llegaron a 450,000 dólares cuando se reabrió la venta de boletos, según reportó The New York Times. Aunque Blue Origin declinó darle a ese medio los precios para volar en el New Shepard, es de conocimiento público que Joes Daemen, CEO de Somerset Capital Partners, pagó 28 millones de dólares en una subasta para que su hijo Oliver Daemen pudiera utilizar el asiento NS-16 y convertirse en la persona más joven (tenía 18 años al momento del viaje) y la primera nacida en el siglo XXI en viajar al espacio.

Pese a que la cantidad suena excesiva, si algo se sabe de Blue Origin es que sus precios, más altos que los de Virgin Galactic, son a la vez más bajos que los de SpaceX, que llegan a los 55 millones de dólares. Sin embargo, hay que mencionar que, de estas tres grandes empresas que están protagonizando los albores del turismo espacial, es la más experimentada.

Digamos que el precio responde a la seguridad de poder volver a la Tierra sanos y salvos, ya que, de manera previa a los viajes con pasajeros, Elon Musk ya trabajaba en llevar naves con suministros a la Estación Espacial Internacional, la cual, por cierto, es uno de los destinos que ofrecen entre sus posibles experiencias turísticas. Pero, para quien busca una alternativa más “económica”, Space Perspective ofrece una magnífica vista del planeta en un viaje de seis horas que se realiza gracias a un globo y por sólo 125,000 dólares, prácticamente nada en comparación con el precio de SpaceX.

¿Qué tan alto podemos llegar?

Gran parte de la discrepancia de precios que vemos entre las compañías tiene que ver con qué tan lejos se desea llegar y qué tecnología se utiliza para hacerlo. El turismo espacial actual tiene dos variantes: orbital o suborbital.

Los precios más accesibles que ofrece Space Perspective se explican porque no es necesario lanzar un cohete y porque no se alcanza la velocidad ni la fuerza suficiente para entrar en órbita. Su nave, Neptune One, puede llevar a ocho pasajeros y un piloto. Se trata de una cápsula que se eleva 30 kilómetros gracias a un globo con hidrógeno llamado SpaceBalloon y que cuenta con ventanas panorámicas, bar, baño y, por si alguien se lo pregunta, wifi.

Según las pruebas realizadas, dado que sólo se llega a la estratósfera, Space Perspective es una forma segura de tener una buena vista del planeta. Sus vuelos comerciales comenzarán en 2024 y ya están agotados, pero en su web (spaceperspective.com) ya se pueden hacer reservaciones para 2025. Un beneficio más: no se requiere ningún tipo de entrenamiento para realizar el viaje.

El siguiente nivel es Virgin Galactic. La tecnología propuesta por Richard Branson fue ambiciosa desde el inicio y tras un par de misiones fallidas, en las que cuatro personas perdieron la vida, en 2021 sus vuelos comerciales por fin se inauguraron.

En su nave, VSS Unity, Virgin puede llevar a dos pilotos y seis pasajeros. A diferencia de sus competidores, ésta se eleva gracias a un avión que despega de las instalaciones de Spaceport America, que se encuentra en Nuevo México y es el primer puerto espacial comercial del mundo y de la historia. Una vez que el avión la ha elevado lo suficiente, suelta la nave, que comienza a flotar hasta alcanzar los 65 kilómetros de altura para aterrizar, más tarde, de manera vertical. La experiencia de este viaje dura sólo una hora y, aunque es suborbital, durante cuatro minutos se puede disfrutar los efectos de la gravedad cero.

Debido a esto, y a que ya hay fuerza G, los viajeros deben tomar un entrenamiento de tres días en los que son sometidos a una fuerza centrífuga y a simuladores de gravedad cero, para que sepan qué esperar y cómo reaccionar durante el viaje.

A fin de mantener a todos enfocados y que no se distraigan queriendo tomar fotos y videos de lo que están viviendo, una vez en la nave todo se registra por 16 cámaras HD desde distintos ángulos, para que los viajeros puedan repasar la experiencia a su regreso a la Tierra y recordar la vista que se puede apreciar a través de las 12 ventanillas circulares con las que cuenta la nave.

Para reservar un lugar hay que hacer un depósito de mil dólares en su sitio web, aunque el problema será pagar los 449,000 restantes para poder abordar. Por ahora, Virgin Galactic ha anunciado que hará una tirada muy limitada de boletos para este año, pero para 2023, al estrenar su nave VSS Imagine, espera realizar tres viajes mensuales.

Si aún no es suficiente…

Somos ambiciosos. Llegar a la estratósfera no es suficiente, hay que elevarse más. Y para eso está Blue Origin con sus precios secretos, que sólo pueden conocerse al solicitar una cotización seria en blueorigin.com.

El New Shepard de Jeff Bezos, que provocó miles de memes a causa de su apariencia fálica, despega de la manera tradicional, pero tiene un aporte tecnológico: el booster con el que es lanzado es reutilizable y permite hasta 25 lanzamientos, algo que sin duda marca un hito en la aeronáutica. Para poder abordar en las instalaciones de Launch Site One, en Texas, se requiere completar dos días de entrenamiento en un simulador de la cápsula.

Lamentablemente, el viaje dura sólo 11 minutos y ni siquiera el propio capitán Kirk ¾como es recordado el actor William Shatner, por la serie Star Trek¾pudo pedirle más tiempo en el espacio a Bezos, quien lo invitó para inspirar a todas las generaciones que crecieron viendo dicho show, en el que ir de planeta en planeta era algo cotidiano.

La nave cuyo nombre hace honor a Alan Shepard, el primer astronauta estadounidense, cruzó la línea de Kármán, como se le conoce al límite con el espacio, a 100 kilómetros de altura. Y aunque toca una frontera que podía parecer inalcanzable, aún se considera un vuelo suborbital y que aterriza por medio de un paracaídas, lo cual ha sido objeto de críticas, ya que, aunque las pruebas y los primeros viajes han sido exitosos, se considera una tecnología vieja en comparación con todo lo que ofrece Blue Origin.

Quien ha llevado las cosas más lejos -como casi siempre en cualquier ámbito- es Elon Musk. Cuando hablamos de SpaceX , sí que hablamos de viajes en órbita. No debe ser una gran sorpresa, debido a que esta compañía lleva ya una década haciendo pruebas y enviando misiones con frecuencia, con clientes como la NASA y el Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Fue la primera empresa privada en realizar un vuelo tripulado y lanzado desde territorio estadounidense desde que el transbordador espacial fue retirado en 2011. Sus naves cuentan con sistema de despegue y aterrizaje vertical, y las cápsulas son reutilizables.

Y aunque ahora sus precios son prohibitivos, Musk dijo ante el Senado de Estados Unidos que es posible que los costos puedan bajar a 1,100 dólares por kilogramo que se transporte y en sus redes sociales asegura que su sueño es hacer que los vuelos espaciales sean posibles para cualquier persona.

Mientras tanto, volar con SpaceX implica elevarse a 300 kilómetros. Los vuelos de esta compañía han durado desde unas cuantas horas hasta tres días, como lo hicieron en su travesía con civiles. Otra variable es el tipo de viaje que se quiere experimentar: hay, por ejemplo, la posibilidad de orbitar la Tierra o de visitar la Estación Espacial Internacional. En unos años, Musk prevé repetir la llegada del hombre a la Luna y luego ir a la siguiente meta: Marte. Por ahora, el vehículo en el que se realizan los viajes es el Dragon, que tiene cupo para siete pasajeros, quienes también deben pasar un periodo de entrenamiento. En el caso del primer vuelo, los cuatro miembros de la misión Inspiration 4 estudiaron y se sometieron a pruebas a lo largo de seis meses para su viaje de 72 horas.

La seguridad, el gran tema por considerar

Como debe suponerse a estas alturas, pese a las múltiples pruebas que realizan las compañías que operan vuelos espaciales comerciales, siempre existe un riesgo de no volver a la Tierra. También es bien sabido que el cuerpo sufre descompensaciones, sin embargo, para padecerlas hay que pasar mucho más tiempo en el espacio de lo que toman estos viajes, así que en ese aspecto son relativamente seguros.

Por supuesto, si durante los entrenamientos se encuentra una condición de riesgo, el pasajero en cuestión no podrá abordar la nave. Para los que estén calificados y listos para volar, y se preguntan si su compañía de seguros cubre un viaje semejante, la respuesta es no. Pero, precisamente por eso, ha surgido una nueva batalla entre las aseguradoras.

Al momento, la que tiene este asunto más claro es la inglesa Battleface, que ya ofrece un seguro para turistas espaciales. La póliza cubre muerte accidental o una discapacidad permanente derivada del viaje, y es válida para los viajes realizados en Space Perspective, Virgin Galactic, Blue Origin y SpaceX.

La directora ejecutiva de la firma le dijo a Insurance Times que están “orgullosos de proveer este producto pionero en el turismo espacial” y aseguró que, aunque el turismo espacial está aún en su infancia, el hecho de que cientos de vuelos espaciales ya se hayan vendido a civiles muestra un mercado que está destinado a crecer de maneras inimaginables.

Tiene razón. Según datos del informe global “Space tourism growth opportunities”, de Research and Markets, sólo el mercado de los vuelos espaciales suborbitales alcanzará los 396.6 millones de dólares para 2031. Así que, quizá más pronto de lo que pensamos, podremos llegar, como decían en Star Trek, a donde jamás ha llegado el ser humano.

Hotelería cósmica

Voyager Class Station es una estación de baja gravedad que, con ayuda de Gateway Spaceport, está por convertirse en un hotel que pueda albergar hasta a 500 huéspedes. De acuerdo con los planes que tienen, contará con restaurantes, hoteles, gimnasio y, como era de esperarse, el mejor mirador fuera de este mundo.

La construcción comenzará en 2025 y se proyecta que estará listo en 2027. Otro proyecto similar es Orion Span, que pretendía hacer lo mismo con la Estación Espacial Aurora, a la que sólo pueden tener acceso dos tripulantes y cuatro huéspedes. Aunque se anunció que estaría lista en 2021 -y que la estancia por 12 días tendría un costo de 9.5 millones de dólares-, el proyecto aún no se ha lanzado, pero se espera que lo haga este año.

 

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