Un rastro de Surinam en Ámsterdam

Ámsterdam es hogar de la mayor comunidad surinamesa en el extranjero, habitada por más de 400,000 migrantes oriundos o descendientes del país sudamericano.

07 Aug 2025

El único vuelo internacional que aterriza en Paramaribo, la capital de Surinam, fuera del continente americano, llega a diario proveniente del aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam. Este atípico servicio se justifica por los más de 400,000 migrantes oriundos o descendientes de Surinam que actualmente residen en Países Bajos: la mayor comunidad surinamesa viviendo en el extranjero y algo así como 40% de toda la población originaria del país sudamericano.

La influencia cultural de este grupo migrante no está tan presente en ningún otro lugar como en Ámsterdam, la ciudad con más habitantes de Surinam en todo el mundo –donde ascienden a 65,000–, incluso más que en cualquiera otra del propio territorio surinamés, con excepción de Paramaribo. Entre los canales de la ciudad se pueden distinguir algunos rastros de esta estrecha pero quizá inesperada relación. No es poco común encontrar restaurantes de comida típica o festivales que honran las tradiciones tropicales más profundas, a pesar de la distancia, con un enorme océano Atlántico de por medio.

Sin embargo, también es cierto que el legado de Surinam tal vez no sea igual de evidente que en el caso de otras minorías étnicas que también han transformado el panorama de Ámsterdam en las últimas décadas. Aunque abunda, hace falta saber exactamente dónde buscarlo. No se trata de uno de los puestos de kebabs atendidos por la también copiosa población turca de la ciudad, sino de una presencia más discreta.

De acuerdo con la organización social Humanity in Action, en Países Bajos hay la noción general de que los surinameses son una de las poblaciones migrantes que más éxito han tenido integrándose en la sociedad local, al punto de que incluso ha habido iniciativas de ley para dejar de considerarlos oficialmente como una minoría étnica. Esto se debe sobre todo a que no existen barreras de lenguaje –el neerlandés también es el idioma oficial de Surinam– y que es un proceso de migración que lleva sucediendo durante casi un siglo.

La diáspora surge desde principios del siglo XX, cuando Surinam era precisamente una colonia del Imperio neerlandés, y se intensificó en la década de los setenta, tras su independencia. O sea que este intercambio cultural no es, de ninguna forma, una novedad, sino que ha estado tan presente en la historia de ambas sociedades que a veces es difícil distinguir una frontera. De hecho, tampoco son manifestaciones que se limiten a un área específica de la ciudad. Aunque el barrio de Bijlmer, al sureste de Ámsterdam, ha sido históricamente considerada como la zona de mayor presencia surinamesa en la capital de Países Bajos, la realidad es que las muestras de la influencia tropical van mucho más allá de este rincón.

Un platillo: roti

La gastronomía surinamesa es diversa y compleja, compuesta de herencias europeas y africanas, algo de una inesperada influencia india y los ingredientes y sabores que el trópico puso a su disposición. Entre todo se forma un menú compuesto de bacabanas, unas frituras de plátano; pom, una especie de cazuela de pollo y cítricos, y roti, la insignia absoluta de esta cocina.

Quizá, si estás familiarizado con la gastronomía india, ya hayas probado el platillo en su forma original: un pan plano que acompaña al curry. Sin embargo, la tradición surinamesa lo ha resignificado para designar al platillo completo, el curry, las verduras y alguna proteína servida directamente encima del roti. En Ámsterdam hay varios lugares que lo preparan así, aunque Roopram’s Roti es quizá el que tiene mejor reputación entre los locales, e incluso se ha expandido a varias sucursales.

Otro ícono de la cultura culinaria surinamesa en la ciudad es Kam Yin, un menú generoso que ha surgido de la combinación de sabores tradicionales con algo de influencia china. El resultado son platillos a medio camino entre ambas cocinas, como la especialidad de la casa, unos buns rellenos de curry o pom.

Para una aproximación más moderna, en un ambiente más relajado, hay que considerar Waterkant, una playa de concreto a un costado de los canales de Ámsterdam, donde han ideado su versión de comida rápida para presentar los sabores más característicos de Surinam: platillos para “dipear”, acompañados de papas fritas y entre panes de hamburguesa. Los fines de semana abren hasta las 3:00 de la mañana y casi siempre tienen una fiesta con música en vivo para justificar la permanencia de los trasnochados.

Surinam está de moda

Esta historia es tan antigua que ya estamos hablando de terceras y cuartas generaciones de descendientes surinameses en Ámsterdam. Los más jóvenes se han sumergido en todo tipo de intentos para reinterpretar sus raíces. Un ejercicio que no viene sin sus propias complicaciones, ya que es un legado que corre el riesgo de diluirse con el tiempo y entre la seguridad de las sombras.

Hay iniciativas como la del diseñador Denzel Veerkamp, quien ha tomado esta moda para intentar comprender la dinámica entre ambas culturas, que, después de todo, también es un elemento fundacional de su propia identidad. A partir del patchwork, contrastes textiles y juegos de volumen que fusionan ambas tradiciones, crea un discurso de confrontación y conciliación.

Verano surinamés

Si bien los rasgos surinameses se integran a la ciudad con un perfil más bien reservado la mayor parte del año, durante cuatro semanas, todos los veranos, la herencia del país latinoamericano en Ámsterdam brilla con todos sus colores para el Kwaku Festival. Una celebración de las raíces de Surinam por medio de la cultura, la música y la comida que, desde 1975, reúne a más de 300,000 visitantes en Bijlmer.

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