El renacer de Bali

Miramos hacia el interior de la isla asiática y descubrimos Ubud, un destino que muestra una faceta menos conocida de Indonesia.

22 Nov 2017

La paradisiaca isla indonesia de Bali regresa como uno de los destinos más populares en el sudeste asiático, con nuevos y modernos lugares para hospedarse, spas de desintoxicación muy chic, masajes holísticos y retiros de yoga zen; ofertas de compras irresistibles y una brillante escena gastronómica que va de la fina gastronomía gourmet hasta la atrevida comida callejera. La gran sorpresa es que todo lo que está sucediendo se ubica justo en el centro de la isla, en la capital cultural de Bali, en Ubud, para ser más exactos.

He sido un visitante habitual por muchos años, y me he acostumbrado a ver los nuevos desarrollos a lo largo de la costa, que inician con los primeros hoteles de lujo en la playa de Sanur, y siguen con Kuta, guarida de surfistas y backpackers, y, más recientemente, la transformación de Seminyak y de Jimbaran Bay en dos de las “madrigueras” más exclusivas de Asia, con hoteles de diseño, opulentas villas privadas y centros nocturnos hiperproducidos.

Pero desde el momento en que mi avión aterriza, queda claro que muchas cosas están cambiando en el paraíso. Los viajeros que llegan al brillante aeropuerto nuevo ya no se enfrentan a interminables colas para pasar migración y aduanas. Ahora hay tarifas fijas para los taxis, así que no hay riesgo de ser estafados. La carretera de salida del aeropuerto, que solía estar atascada con tráfico, ha sido reemplazada por una moderna autopista.

Glamping, experiencia de lujo total

Tal vez lo más sorprendente es que los visitantes que buscan descubrir los últimos sitios de Bali ya no se dirigen a los resorts de playa, sino hacia el interior de románticas terrazas que rodean la colonia de artistas de Ubud. He reservado una estancia en Sandat Glamping, un concepto único que debe considerarse como el lugar más original para quedarse en Bali.

Glamping, acampado con glamour, es la última tendencia que está arrasando Europa, Australia y los Estados Unidos, y que no tiene nada que ver con los sitios antiguos de acampado, sino que abarca de todo, desde tiendas de safari de lujo, suntuosas yurtas, caravanas retro, y hasta casas de árbol ecológicas y posadas de madera. Éste es el primer glamping en Bali, creado por Manuela y Federico, dos emprendedores italianos que empezaron montando sus carpas en los terrenos de una lujosa villa del siglo XVIII en las afuera de Venecia.

Tengo que admitir que odio las tiendas de campaña, pero empiezo a dejar atrás los recuerdos de pesadilla de las vacaciones familiares en las que acampábamos y me dispongo a descubrir si el glamping realmente es tan glamuroso como dice la gente.

El taxi nos lleva por un camino estrecho para evitar el centro de Ubud, serpenteando a través de una exuberante selva con árboles cocoteros y pueblitos destartalados, hasta que cruzamos un pequeño puente con familias lavando en el río.

A partir de entonces seguimos por una pista fangosa que zigzaguea por un par de kilómetros a través de un impresionante paisaje de campos de arroz. Finalmente, llegamos a lo que debe ser el campamento más lujoso que he visto.

De acuerdo con su eco-filosofía de respeto, que consiste en mezclarse con el entorno local, todo el lugar está camuflajeado detrás de la hierba. Adentro guarda el colorido de un jardín tropical aromático, con frangipani, jazmín y buganvilia por todos lados, mientras que justo enfrente un enorme pabellón balinés tradicional, hecho completamente de bambú, se eleva 15 metros en el aire.

En la entrada hay un bar de cocteles formado con una enorme losa de piedra volcánica, un lounge y una biblioteca equipados con cómodas sillas y sofás fabricados por artesanos locales, y una imponente mesa de diez metros de largo, hecha de un solo pedazo de árbol, que se utiliza para el desayuno y las comidas preparadas por el chef del Sandat.

Federico, el dueño italiano, nos lleva por un camino de selva densa, ya que cada una de las cinco tiendas de campaña están escondidas entre la vegetación, lo que les da privacidad total.

Igual que en un safari africano, las tiendas están elevadas sobre la tierra en una plataforma de madera (que acá incluye una tentadora piscina rodeada de palmeras). El interior es tan grande como la suite de un hotel, con un cuarto de baño y WC independientes, con aire acondicionado o ventilador de techo a elegir y una gran cama con dosel protegida por un mosquitero.

La tienda está iluminada por un brillante candelabro de Murano; una pequeña campana exterior es todo lo que se necesita para que aparezca uno de los amables empleados, como por arte de magia, con un gin tonic o un plato de satay picante. Glamping es, sin duda, un mundo distinto del camping.

Escondido entre las aldeas y los campos de arroz alrededor de Ubud, uno encuentra una gran cantidad de alojamientos para todos los presupuestos. Para un lujo total, ve hacia Sayan, donde los grandes hoteleros, como Four Seasons, Aman y Como, han construido resorts tipo palacios que se aferran al borde de un barranco con vistas al caudaloso río de aguas blancas, Ayung.

Para experimentar un lujo eco-sustentable, haz check-in en el Bambu Indah, propiedad de John Hardy, fundador de la empresa joyera más famosa de Bali, que ahora concentra sus energías en la construcción con bambú tradicional y la decoración de jardines. Todo el complejo está hecho de madera de bambú y madera de teca, y los huéspedes duermen en pabellones de más de 100 años, que fueron originalmente construidos como suites nupciales de Java.

Una de las actividades favoritas en cualquier viaje a Bali es el recorrido por la cercana fábrica de joyería de Hardy, ya que los visitantes son testigos de todas las etapas de producción utilizadas por los 700 trabajadores que diseñan y crean esta exquisita joyería, que terminará en exclusivas boutiques de todo el mundo, desde Beverly Hills hasta Nueva York y Londres. El recorrido no sólo es gratuito, sino que también los visitantes están invitados a unirse al personal de mayor rango para un delicioso almuerzo al aire libre.

Por arriba de las terrazas de arroz de Tegalalang, en el otro lado de Ubud, desde Sayan, hay varios atractivos resorts privados, como el Infinity Villa, manejado por locales, lo que hace, en parte, que los precios sean mucho más accesibles. Ubud está lleno de amigables hoteles familiares y “losmen”, la versión local de un bed and breakfast. Pero para obtener una verdadera experiencia de relajación total, al estilo Bali, lo mejor es mantenerse fuera, en el campo, y hacer una expedición a la bulliciosa Ubud para ir a sus restaurantes, boutiques y espectáculos culturales nocturnos.

Hospedarse en una casa de huéspedes permite sentirse como un verdadero local, pero, incluso en un gran hotel internacional, el personal continúa su ritual matutino de dejar ofrendas en todo el recinto y santuarios religiosos, lo que te recuerda todo el tiempo dónde estás.

Ubud, capital gourmet

Con sus compañías de danza de fama mundial, pintores, artesanos, escritores y poetas, Ubud es reconocida como la capital cultural de la isla, pero ahora todos la llaman también su capital gourmet. Para verificar este dato empiezo un recorrido foodie con el chef australiano Will Meyrick, quien está trabajando en la cocina abierta de su nuevo merendero funky Hujan Locale. Él es una celebridad de televisión y es conocido como el rey de la comida callejera. Hasta ahora todos sus restaurantes estaban localizados alrededor de Seminyak.

Cuando le pregunto por qué decidió abrir aquí, me explica: “Creo que la gente se está cansando de Seminyak. Está harta del hedonismo y de las fiestas sin parar. La gente busca una experiencia cultural y eso es lo que Ubud ha sido siempre. Lo que me gusta de Ubud es la revoltura, que mis clientes pueden ser curiosos estudiantes universitarios en un año sabático o viajeros ricos que llegan en una limusina con chofer desde el Four Seasons”.

Meyrick, que compra todos sus vegetales de los agricultores locales, ha invertido en su propia granja de cerdo y pollo, y su brigada de chefs hace desde los currys hasta los fideos. Ésta es comida callejera de altura, que merecería una estrella Michelin en cualquier otro sitio, sobre todo por sus platos creativos, como las hojas de betel rellenas de camarones y morcilla, las orejas de cerdo crujientes cubiertas con chile asado y alioli o el pulpo cocinado lentamente a la parrilla con mango verde picante, cilantro y salsa agria de pescado cham nuoc.

La historia se repite cuando me siento a cenar con el chef franco-estadounidense Chris Salans, en Mozaic, su local gourmet que figura entre los mejores restaurantes de S. Pellegrino. Mozaic ha sido la dirección gastronómica top en Ubud desde que abrió en 2001, pero, en los últimos años, Salans se ha concentrado en el más lucrativo Seminyak, que tiene un club de playa con capacidad para 600 comensales.

“Acabo de abrir mi última aventura, Spice by Chris Salans, y está aquí en Ubud. Un merendero accesible que utiliza sólo productos locales, así que no hay foie gras importado o caviar. Seminyak sigue atrayendo a ricos turistas rusos, estadounidenses y chinos, pero para mí la esencia de Bali ha sido siempre Ubud, y eso es lo que viene a descubrir una nueva generación de visitantes”.

Mozaic sigue siendo uno de los sitios top de Ubud para una cena romántica gourmet, con los clientes sentados en un jardín tropical con velas y un festín de platos emblemáticos de Salans que combinan perfectamente los ingredientes balineses y las especias de cocina clásica francesa.

Salans crea su menú de degustación de forma espontánea en la mañana, con el que ha perfeccionado delicadas recetas como el carpaccio de res marinado en aceite de rendang de Sumatra con emulsión de parmesano, callos de hacha a la parrilla en salsa de hongos, o una increíble mezcla de durian y chocolate, horneada en pasta filo, acompañada de una salsa de arroz negro fermentado.

Salans me recomienda probar dos nuevos lugares, Room4Dessert, casi al lado de Mozaic, y Locavore, en el centro de Ubud. Room4Dessert es un bar moderno que sirve cocteles clásicos revisitados, como Negroni, Manhattan y Sidecar. Pero el negocio en serio comienza más tarde, en la madrugada, cuando el chef de repostería americana Will Goldfarb prepara sus increíbles postres. No te pierdas el Baba o Rhiley, un brioche bañado en ron con dulce de leche; o una crème bruleé con pasta de cacao, trozos de mangostán amargo y sal de mar, muy típica de Bali.

Goldfarb aprendió su oficio en Nueva York y con Ferrán Adriá en El Bulli. Cuando llegó la hora de abrir su propio local no le importó viajar 16 mil kilómetros para instalarse en Ubud. “He invertido todo aquí”, declara, “porque la gente está abierta a nuevos conceptos. La próxima vez que vengas habrá un restaurante en la parte trasera que voy a llamar L’Hort, el nombre del bar al que íbamos todos los chefs cuando salíamos de trabajar en El Bulli”.

Rápidamente descubro que Locavore es el restaurante del que todo Bali está hablando, donde tienes que reservar con mucha anticipación. “Ubud era el único lugar donde queríamos abrir nuestro restaurante”, me cuenta el chef indonesio Ray Adriansyah, que cocina mano a mano con el holandés Eelke Plasmeijer.

“Locavore significa que sólo utilizamos ingredientes locales y orgánicos, desde verduras de cultivo biológico hasta carne de res y de cordero criadas a las afueras de Ubud. O callos, algas y uvas marinas cosechadas por los pescadores de Lombok. Sin productos importados, esa es nuestra regla”.

Una comida en Locavore es inolvidable, sobre todo si te sientas en el bar de la cocina abierta donde Ray y Eelke guían a su equipo de chefs como directores de orquesta. El menú de degustación de siete tiempos se puede maridar con una increíble mezcla de vinos, cocteles y cervezas artesanales.

Cada plato es mejor que el anterior, pero los dos destacados son el calamar en delgadas rebanadas con hinojo caliente y el consomé de algas, acompañado de un coctel de ron ligero con semillas de hinojo tostadas, seguido del conejo casero y las salchichas con mostaza,  arak y zanahorias con jengibre cristalizado, maridados con una cerveza de trigo oscuro que se elabora en Bali.

Aunque hay un montón de elegantes boutiques de ropa, joyas y antigüedades a lo largo de las principales avenidas comerciales de Ubud —Jalan Raya, Monkey Forest Road y Jalan Dewi Sita—, para hacer verdaderos descubrimientos y encontrar gangas es necesario moverse a las afueras de la ciudad.

Sólo cuando entras en los pequeños pueblos rurales te das cuenta de que todavía existen comunidades artísticas vivas, llenas de pintores, fabricantes de máscaras, cesteros, trabajadores de plata y piedras, y talladores de madera. Sí, están produciendo para el mercado turístico, pero también están practicando su arte, ya que una parte integral de la vida en Bali es el ritual diario de ofrendas para los templos, los festivales y las bendiciones.

Dirígete hasta las aldeas de Mas y Pengosekan, en Jalan Raya Nyuh Kuning, y ya en la carretera encontrarás artesanos sentados en el pavimento tallando exquisitas esculturas de madera, pintando escenas de campos de arroz o decorando las sorprendentes máscaras que usan en la danza clásica balinesa.

Otra opción es seguir las indicaciones desde Ubud hacia las impresionantes terrazas de arroz de Tegalalang. Te encontrarás en un camino interminable lleno de salas de exhibición de muebles deslumbrantes y decoraciones, un paraíso de los compradores en el que cualquier diseñador de interiores se moriría por estar. Todo a precios ridículamente bajos y listo para ser enviado a cualquier parte del mundo.

Lo que hace que Ubud siga siendo un destino mágico es que, después de unos días de hoteles de moda, restaurantes y retiros de yoga (adorados por los fashionistas zen), lo que realmente impresiona al estar aquí son los propios balineses, que permiten a los visitantes presenciar y formar parte de su particular camino espiritual de vida. Esta pequeña isla en el país musulmán más grande en la tierra practica su propia mezcla increíblemente tolerante de hinduismo, budismo y animismo, y continúa tratando a los turistas como visitantes distinguidos.

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