¿Por qué todo se siente más intenso cuando volamos? 

Si eres de los que llora o se pone sensible en el avión, esto tiene un por qué.

30 Apr 2025

Si alguna vez te encontraste llorando con una comedia romántica en pleno vuelo, preguntándote por qué tus papas favoritas saben raro o sintiendo que una copa de vino te pegó demasiado rápido, no estás solo o sola. La altitud tiene efectos secundarios e impacta en tu ánimo.

Las cabinas de los aviones están presurizadas para simular la altitud de unos 2,000 metros sobre el nivel del mar, pero a más de 10,000 pies de altura. Eso significa menos oxígeno, presión baja y una humedad tan escasa que ni el desierto del Sahara. El resultado: tu cuerpo entra en “modo altitud”, lo que afecta todo, desde tus emociones, hasta tu paladar y tu tolerancia al alcohol.

¿Por qué lloramos más en el aire?

Hay una teoría que circula entre viajeros frecuentes: volar te pone más sensible. Aunque no hay estudios que lo confirmen, la neurociencia dice que algo de cierto hay.

Durante el vuelo, el cerebro recibe menos oxígeno, y si a eso le sumas la falta de sueño (especialmente en vuelos largos), tu capacidad para regular emociones se ve afectada. La amígdala (la parte del cerebro que gestiona lo que sentimos) y la corteza prefrontal (la que intenta ponerle lógica a todo) pueden desincronizarse. El resultado: un “cortocircuito emocional” que hace que llores por cosas que en tierra firme no te habrían importado.

Sí, la comida sabe distinto arriba

Tu snack favorito probablemente no es el culpable si te sabe a cartón en el avión. Estudios han demostrado que en altitud, nuestra percepción de los sabores salados se reduce hasta un 30%, y la de los dulces, hasta un 20%.

Pero, no es tu lengua… es tu cerebro. La ínsula, una parte del cerebro que integra los sentidos, tiene que lidiar con el ruido constante de la cabina (unos 85 decibeles, como una aspiradora encendida), lo que afecta cómo percibe los sabores. Este fenómeno se llama “condimento sónico”. Curiosamente, el sabor umami —el de los tomates, el parmesano o la salsa de soja— se intensifica en el aire. Por eso, muchos chefs de aerolíneas apuestan por platos ricos en umami.

Además, la sequedad del ambiente afecta tu olfato, y si no puedes oler bien, tampoco puedes saborear bien. Así de simple.

Una copa en el aire y ya estás mareado

El alcohol también se comporta distinto a bordo. Aunque tu nivel de alcohol en sangre es el mismo, te sientes más ebrio porque tu cerebro está lidiando con menos oxígeno y una leve deshidratación. En otras palabras: no es que tomaste más, es que tu cerebro lo siente más.

Así que en conclusión, volar cambia más que tu ubicación. Cambia tu cuerpo, tus sentidos y hasta tus emociones.

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