Acapulco es inevitable, eso siempre lo he sabido. Una playa de estas condiciones, tan cerca de Ciudad de México, tiene un magnetismo natural para los citadinos que soñamos despiertos con sol y arena, mientras avanzamos lento por el tráfico y con el estrés urbano. Así ha sido desde los sesenta, cuando era el destino predilecto del jet set internacional, y no dejará de serlo nunca. Ni siquiera después de haber sido golpeado por dos huracanes en menos de un año.
Sólo los propios e incansables acapulqueños tienen el mérito de esta reconstrucción y, aunque aún hay mucho por hacer para hablar de un resurgimiento pleno, no debería sorprender a nadie que la vida empieza a volver al puerto. Los hoteles van abriendo sus puertas gradualmente y ya están recibiendo huéspedes con normalidad. Algunos, como Banyan Tree Cabo Marqués, lo hacen con una imagen renovada, pero conservando su esencia.
Aunque ya es una de las propiedades insignia de Acapulco, celebrando su decimoquinto aniversario este año, sería justo decir que Banyan Tree tuvo que empezar de cero tras el paso del huracán Otis, en 2023, cuando los estragos de la tormenta obligaron a cerrar la operación por más de año y medio. Quizá otros hoteles en Acapulco lograron regresar a la normalidad antes, pero en Banyan Tree se sumergieron en un intenso proceso de renovación para estar a la altura de la oferta de lujo y hospitalidad que siempre los ha caracterizado.
En todo ese tiempo no sólo hubo que llevar a cabo reparaciones, sino que se hicieron remodelaciones significativas en villas y áreas comunes del hotel para refrescar la imagen de la propiedad. Por ejemplo, los cambios en el diseño de interiores de las habitaciones, con tonos más discretos y mobiliario minimalista, sirvieron para ponerse al día con tendencias globales de la hospitalidad, además de que benefician el paisaje, que es el auténtico protagonista de esta estancia.
Justo en la cima de Punta Diamante, un acantilado entre la maleza, se construyen las 45 villas privadas que forman Banyan Tree Cabo Marqués. Cada una con su alberca privada y con vistas privilegiadas al Pacífico. Es fácil sentirse en otro lugar del mundo, lejos de Acapulco, porque este concepto en realidad es muy diferente de la tradición hotelera local de estrambóticos edificios altos. Es un gran y necesario diferenciador, pues la oferta, importada desde Asia y completada con lo mejor de México, se concentra más bien en el descanso, la relajación y la privacidad.
Como en cualquier Banyan Tree del mundo, los tratamientos en el spa son de clase mundial, con terapeutas capacitadas en Tailandia. En el frente gastronómico, Cabo Marqués tiene su propio Saffron, el restaurante tailandés insignia de Banyan Tree, y recién abrió Cello, una propuesta italiana que surgió en Banyan Tree Mayakoba y que ahora llega a Acapulco para elevar la oferta de cocina internacional en el puerto.
