8 obras de la Galería Uffizi para acercarse al Renacimiento italiano

Desde arte de la antigua Grecia hasta obras de Giotto di Bondone, Sandro Botticelli y Fra Angélico, este museo es un imperdible de Florencia.

11 Jun 2022

Foto: Galería Uffizi

Existen pocos lugares donde puedas encontrar más arte medieval y renacentista concentrado que la Galería Uffizi de Florencia. Este antiguo palacio de 17 mil metros cuadrados construido por órdenes de Cosme I de Médici y cuya función original era ser la sede de la magistratura de la ciudad, se convirtió apenas un par de siglos después (en el XVIII) en un museo. 

La transición resultó natural: en tiempos de los Médici (los mecenas que impulsaron en gran medida el movimiento renacentista) sus galerías ya servían para resguardar cientos de obras de arte. Cuando el poderío de la familia Médici decayó, pese a que el ducado de Florencia pasó a manos del imperio austríaco, el acervo artístico de aquellos nobles se volvió pública cuando la última duquesa de la familia, Ana María Luisa de Médici, dejó establecido en su testamento que se la heredaba a la ciudad. 

Desde entonces, millones de personas de todo el mundo han podido gozar del privilegio de conocer los originales de maestros como Giotto di Bondone, Sandro Botticelli y Fra Angélico, por mencionar sólo a los más conocidos. 

Visitar este museo puede ser una experiencia abrumadora: cada sala está destinada a un periodo del arte italiano (de hecho, puedes hacer una visita virtual aquí), pero incluye obras que provienen de tiempos tan antiguos como la Grecia clásica y el Imperio Romano. A su vez, las amplias galerías conservan obras que incluyen retratos de los Médici y extraordinarias esculturas en mármol (el espacio se conoce como “la galería de las estatuas”, en el corredor del este).  

Lo ideal, entonces, es hacer múltiples visitas y en cada una dedicar un tiempo a apreciar las obras de cierto periodo o bien, de determinado artista. Pero si el tiempo apremia, es buena idea darse una idea general tomando como referencia a algunos de los maestros que fueron determinantes en el desarrollo de la pintura durante el Renacimiento, ya sea porque crearon nuevas técnicas (como la perspectiva) o innovaron en el uso del color, la luz y la sombra. 

Maestà di Ognissanti, de Giotto 

Foto: cortesía Galería Uffizi

El de la “maestà” (del italiano “majestad”) fue un tema popular en el arte religioso medieval, en el que se representaba a la Virgen entronizada con el niño Jesús en brazos. En este retablo de enormes dimensiones (2,04 m x 3,25 m), Giotto -quizá el pintor más famoso del Trecento– introduce elementos de tridimensionalidad en las figuras, que se verán luego con más frecuencia en el arte renacentista.

Retablo de Santa Lucía de’Magnoli, de Domenico Veneziano 

Foto: cortesía Galería Uffizi

Poco menos de un siglo después que Giotto, Domenico Veneziano se convirtió en uno de los pintores florentinos más innovadores del quattrocento con obras como su retablo de Santa Lucía, que además de introducir la forma rectangular (la obra mide 2,09 m por 2,16 m) elimina elementos típicos del gótico -como el fondo dorado- y trabaja con la luz de un modo inusual hasta ese momento, perceptible desde la esquina superior derecha, se derrama en la escena, compuesta por un espacio arquitectónico creado bajo los principios de la perspectiva geométrica. Estos elementos se volverán más habituales en las obras renacentistas.

Díptico del duque de Urbino, de Piero della Francesca

Foto: cortesía Galería Uffizi

Este díptico con los retratos de Federigo da Montelfeltro y Battista Sforza, que se conoce asimismo como Triunfo de la Castidad, se ubica entre los primeros retratos renacentistas y fue pintado en ambas caras: mientras que en una se ven los perfiles de los nobles italianos, en el reverso se aprecia una escena que los representa a la duquesa en un carro llevado por unicornios, mientras que el duque viaja coronado por la victoria, en el lado izquierdo. Los elementos del arte renacentista que más destacan son, en el lado de los perfiles, precisamente el ángulo y la forma de retratar rostros en las monedas durante el Imperio Romano, mientras que el uso de la luz y el volumen en detalles como el sombrero del duque, así como la minuciosidad de los detalles de la pintura del reverso, introduce elementos que se volvieron una marca de la época.

Allegoria della primavera, de Botticelli 

Foto: cortesía Galería Uffizi

Una de las obras más emblemáticas del Renacimiento italiano y más conocidas de Botticelli, La primavera, como se la suele conocer posee elementos sorprendentes no sólo en términos estéticos, sino también iconográficos, con alusiones a la filosofía neoplatónica y a la literatura humanística de aquella época, introducidos en un lenguaje visual de tal complejidad que parecería que fueron destinados para que los eruditos la decodifiquen. Sin embargo, a simple vista destacan no sólo la armonía de la composición en los nueve personajes alineados casi todos en primer plano, sino también las 190 especies de plantas representadas, que son algunas de las que florecen entre marzo y mayo en los campos de Florencia.

Trittico Portinari, de Hugo van der Goes

Foto: cortesía Galería Uffizi

Este tríptico pintado por el que fuera considerado el mayor maestro del are flamenco de finales del siglo XV (de hecho, fue realizado en la ciudad de Brujas, Bélgica), fue una obra por encargo de Tommaso Portinari, quien trabajaba en Brujas para la familia Médici. La obra, una vez llevada a Florencia, influiría sobremanera en los pintores de aquella ciudad, sobre todo por algunas de sus cualidades intangibles, como el hecho de que los retratos parecieran capturar la profundidad psicológica de los personajes, en este caso religiosos de esta obra que representa la natividad.

Adorazione dei Magi, Leonardo da Vinci 

En la Galería Uffizi es posible ver no sólo algunas de las primeras obras de Leonardo da Vinci, sino también conocer a través de esta en particular, La adoración de los magos, las particularidades de su técnica, dado que quedó inacabada (lo que explica la monocromía) y por lo mismo es posible notar tanto sus trazos y rasgos compositivos característicos, como la intensidad emotiva de los personajes, la ubicación de la Sagrada Familia en el centro de la imagen y su particular “esfumado”, en las líneas de los contornos que se aprecian con poca claridad.

Adoración de los magos, Durero 

Foto: cortesía Galería Uffizi

Esta obra del pintor alemán Alberto Durero representa bajo el estilo renacentista de su país la misma escena de la adoración de los magos (también mencionados como reyes), en la que se encuentran combinados elementos pictóricos de la escuela italiana combinados con otros nórdicos. La obra perteneció a la colección imperial austríaca y llegó a la Galería Uffizi por intercambio en el año 1792, fecha desde la que es posible apreciarla. Algunas de sus particularidades son la forma sencilla de retratar a los cuatro personajes, en enormes dimensiones, y la composición, en la que los personajes “dialogan” entre sí armoniosamente.

Trittico degli uffizi, Andrea Mantegna 

Foto: cortesía Galería Uffizi

Esta obra ha puesto de cabeza a estudiosos del arte dado que se cuestionan si formó parte de un tríptico como tal, si fueron tres obras que decoraron la capilla privada del marqués Luis III Gonzaga e incluso si fue realizada en la Toscana o en Mantua, de donde era originario Mantegna. Más allá de esos cuestionamientos, es un hecho que en ella pueden verse algunas de las innovaciones que introdujo este pintor al arte renacentista. Cada cuadro remite a un momento y requiere de una iluminación distinta para apreciarlo en toda su grandeza: en la Ascensión, la escena remite a un momento de gran misticismo; La adoración de los reyes magos, destaca por su mayor colorido y por la complejidad de la escena; por último, en La circuncisión, destaca la decoración del interior de estilo clásico con una dedicación excepcional a los detalles arquitectónicos.

next