Ha llegado el otoño a Navarra y podemos dar fe de ello con todos los sentidos, el olor de madera quemada en forma de humo que sale de las chimeneas, el vaho de nuestra boca al respirar, los colores con los que se visten los árboles y el suelo, el crujido de las hojas al pasear por el bosque y el silencio de los pueblos y animales, como si aguardaran ya las primeras nevadas.

Cascadas, puentes medievales, pequeños pueblos de piedra y cientos de rutas de senderismo se juntan en los valles de Salazar, Roncal y la Selva de Irati.






