Un viaje por los árboles sagrados que siguen en pie (y todos los abrazan)

Gigantes de tronco y ramas que han estado presentes en las culturas del mundo y que buscan dar una explicación a los fenómenos de la vida.

10 Jul 2020

Lo primero que uno se imagina al escuchar la palabra naturaleza, es un árbol. Estos seres vegetales han habitado el planeta por más tiempo del que podemos imaginar, y por eso han protagonizado leyendas y mitologías en casi todas las civilizaciones. Los árboles nos dan oxígeno, limpian el aire, son el alimento del fuego y han sido fundamentales para que nuestras culturas se desarrollen.

Paralelamente, un gran número de civilizaciones, que florecieron en diferentes épocas, geografías y momentos históricos vieron en los árboles una cualidad general: vida, y en algunos casos también longevidad y paz. Son, por lo tanto, personajes estoicos que hemos adoptado como complemento de la historia; ¿habría pasado algo diferente si aquel ahuehuete no hubiera estado ahí en la Noche Triste de hace 500 años?

Los árboles son tan importantes que incluso sirven para hacer un viaje por la identidad de diversas culturas del planeta. Dicho eso, hemos seleccionado cinco ejemplares sagrados alrededor del mundo que tienen orígenes y atribuciones fascinantes y que de una forma inadvertida nos cuentan nuestra historia. 

árboles sagrados

El sakaki es una especie venerada por los sintoistas originales en Japón. Foto: Wikimedia Commons.

El Tule

Oaxaca

Como es bien sabido, esta especie es considerada el árbol nacional, tiene el tronco con el diámetro más grande del mundo –se necesitan más de 30 personas con los brazos extendido para rodearlo–. Se trata de un sabino o ahuehuete que supera los dos milenios de antigüedad y que se encuentra en Santa María el Tule.

Existen dos historias que explican su origen, todo depende de a quién se le pregunte. Según la cosmología zapoteca, fue Pechocha –un sacerdote de Ehécatl, dios del viento– quien sembró las semillas del sabino hace 1,400 años. Por otro lado, en la región mixe el crecimiento del árbol se explica cuando el rey Condoy clavó su bastón en el suelo. El monarca y su gente habían abandonado la construcción de la ciudad de Mitla y emprendieron un viaje rumbo a tierras más fértiles.

el tule árbol sagrado

El Tule. Foto: Miguel García

Ceiba

Mundo maya

Este árbol se puede encontrar en la Península de Yucatán y otras selvas de Centroamérica y se reconoce por tener un tronco muy recto –a menudo cubierto de enormes espinas– y hojas muy verdes. Puede llegar a crecer hasta 60 metros y, de diciembre a marzo, se cubre de pequeñas flores de tonalidades blancas y rosadas.

Conocida en lengua maya como Ya’ax che’, esta especie es considerada por el grupo indígena como el árbol de la vida. Según su cosmogonía, la ceiba es el eje del universo; sus raíces están unidas al inframundo, su tronco representa a la existencia terrenal, y sus hojas están conectadas con lo celeste. Asimismo, es un medio para hacer ofrendas de los dioses.

árboles sagrados ceiba

Ceiba. Foto: Atamari / Wikimedia Commons

Yggdrasil

Mitología nórdica

Aunque hay escritos que indican que este árbol sagrado no tiene especie, en muchas ocasiones se le refiere como un fresno. Las culturas de la región que se ubicaban en lo que hoy es Escandinavia veían en este tronco el eje del universo y una conexión entre los antepasados –raíces dentro de las entrañas de la tierra– y las generaciones futuras –hojas que tocan las estrellas–.

Dicho árbol también se relaciona estrechamente con la eternidad. Y es que el nombre de Yggdrasil se traduce como Caballo de Odin, Odin siendo un personaje mitológico que se sacrificó en nombre del descubrimiento de las runas; el primer alfabeto adoptado por los nórdicos y germánicos, que simboliza el conocimiento.

fresno yggdrasil

Fresno. Foto: TobiasVemmenby / Flickr

Baobab

África

El baobab es uno de los árboles sagrados más omnipresentes en el continente africano; ocupa un lugar en la identidad apegada a la vida y al positivismo. De tronco grueso y ramas cortas, esta especie dota de todo lo necesario a las personas: techo, materia prima y alimento. De hecho, los baobabs son una gigantesca suculenta que, cuando llueve, absorbe agua, la almacena en el tronco y, cuando comienza la sequía, la emplea para producir frutos llenos de nutrientes.

Hoy existen numerosas leyendas sobre cómo los baobabs poblaron las regiones más áridas de África, pero en algo coinciden todas. Al repartirse los árboles entre los animales, el baobab terminó con la hiena. Esta, disgustada con el veredicto, decidió plantarlo al revés. Si uno mira con detenimiento, verá que sus ramas parecen, en efecto, las raíces de un árbol volteado.

árboles sagrados en el mundo

Baobabs. Foto: Theme Inn / Unsplash

Olivo

Grecia

Este árbol, de hojas verde cenizo, es uno de los más resistentes a las adversidades de la naturaleza, pues sobrevive con muy poca agua y altas temperaturas. Gracias a esto se ha convertido en el ejemplar insignia del Mediterráneo, pero en Grecia su importancia va más allá de sus frutos y del aceite que se produce a partir de ellos.

La mayoría de estos árboles crece en campos que se extienden hasta el horizonte, pero hay uno en especial que carga con milenios de historia. Hablamos del Olivo de Atenea, el cual se encuentra a un lado del Erecteion, en el Acrópolis. Según la leyenda, llegó ahí por un concurso en el que se definiría al nuevo patrón de Atenas; los participantes fueron Zeus –rey de los dioses– y  Atenea –diosa de la guerra, la sabiduría y la justicia–. Ambas deidades tuvieron que ofrecer un regalo a los atenienses: Zeus partió el suelo y originó un manantial salino, mientras que Atenea hizo brotar un olivo. Los locales prefirieron el árbol, mismo que sigue en pie –simbólicamente– en su sitio original.

olivo del acrópolis

Olivo del Acrópolis

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Foto de portada: Eduardo Robles Pacheco / Flickr

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