Cada año, viajar vuelve a colocarse en el centro de todo, pero no como una carrera por acumular destinos. En el equipo Travesías, los propósitos viajeros nacen desde otro lugar: el deseo de movernos mejor, de elegir con más intención y de permitir que cada trayecto tenga sentido propio.
Este año, más que sumar kilómetros, la idea es afinar la experiencia, cambiar hábitos, abrir el mapa y volver a viajar con curiosidad, de esa que transforma tanto el camino como el regreso.

Uno de los planes más claros es viajar a la próxima Copa del Mundo. Más allá del fútbol, el interés está en observar cómo México cambia cuando se convierte en sede global: infraestructura, hospitalidad y una energía colectiva difícil de replicar.
También aparece el propósito de bucear más, volver al mar como espacio de pausa y exploración, así como el deseo de ver ballenas, una experiencia que combina naturaleza, temporada y territorio, y que sigue siendo uno de los recordatorios más potentes de por qué viajar vale la pena.

En paralelo, el equipo se plantea ajustes prácticos que cambian la forma de moverse: dejar el late posting, viajar más presentes y publicar con distancia, así como cambiar el entretenimiento del avión, sustituyendo series y películas por leer más libros, aprovechando el tiempo del vuelo.
Los vínculos personales también entran en la ecuación. Visitar amigos que viven en Europa implica viajar con un propósito distinto, menos turístico y más cotidiano. A eso se suma el regreso a una ciudad que siempre funciona como punto de referencia: Nueva York, no como novedad, sino como relectura.

También hay propósitos específicos de encontrar el match perfecto: la mejor carry-on. Así como impulsar los viajes con perritos. Hay, además, un interés explícito por salir del terreno conocido. Visitar algún país fuera de la zona de confort, ya sea en el sudeste asiático o en Asia central, responde a la necesidad de cambiar referencias, aprender cosas nuevas y viajar sin expectativas. Y como regla mínima, pero fundamental: conocer al menos una ciudad nueva.
Más que una lista aspiracional, estos propósitos reflejan una manera concreta de entender el viaje hoy: menos impulso, más criterio. Menos acumulación y más lectura del contexto. Viajar sigue siendo parte del trabajo, sí, pero también una práctica que se afina con decisiones pequeñas.
