El 10 de mayo, el mundo de la aviación despertó con una mala noticia: Avianca, la aerolínea bandera de Colombia, se declaraba en quiebra. El anuncio no sorprendió al sector, que desde marzo ha anunciando pérdidas dramáticas. Muchos aseguran que esta es una de las industrias más afectada por la pandemia del COVID-19; si se revisan las cifras, desde enero de este año la aviación en el continente americano ha caído en un 93%, un número que hasta hace unos meses hubiera parecido prácticamente imposible. Por eso, el caso de Avianca fue un poco crónica de una muerte anunciada después de que la compañía registrara un 80% de pérdidas en sus ingresos. Los expertos señalan que después de acogerse a la ley de bancarrota, la aerolínea colombiana seguramente sobrevivirá tras un proceso de saneamiento y reestructuración pero, ¿qué le espera entonces al sector?, ¿es Avianca la primera de muchas en la región?
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés) ofreció unos días después del anuncio de Avianca —el 14 de mayo— una conferencia de prensa virtual donde planteó la situación que enfrenta el sector en la región y los posibles escenarios de solución. De entre los datos que comparte la asociación, sorprende que la recuperación se prevé hasta 2023 y que incluso en los escenarios más optimistas, la pérdida de empleos y el freno en el crecimiento son inevitables.
En un mapa presentado por la IATA, todo América aparece pintado de distintos colores y sólo México —el único país del continente que nunca cerró sus fronteras— permanece en verde. Una señal positiva para la industria y el turismo mexicano, sobre todo para municipios como Solidaridad y Benito Juárez en Quintana Roo, que serán los primeros en salir del confinamiento.
De hecho, la gran mayoría de los hoteles de Cancún y la Riviera Maya ya tienen fecha de apertura (entre el 1 de junio y el 1 de julio).
Para la aviación, la velocidad de su recuperación tiene que ver con las medidas de desescalada que tome cada gobierno. En México, sin cuarentena obligatoria para quien llegue de fuera y fronteras que permanecen abiertas, la vuelta del turismo se alcanza a ver relativamente. Según encuestas presentadas por la misma IATA, el 69% de los viajeros no aceptaría realizar un trayecto si al llegar al destino tuviera que permanecer aislados por quince días.
Para proteger la capacidad de la aviación como catalizador de la recuperación económica, no debemos empeorar el diagnóstico con viajes tortuosos por las medidas de cuarentena. Necesitamos una solución para que los viajes sean seguros frente a dos desafíos: por un lado, los pasajeros deben sentirse seguros y viajar sin molestias innecesarias; por otro lado, los gobiernos deben tener la certeza de que el virus no entrará en su territorio.
“Nuestra propuesta es una combinación de medidas no cuarentenarias temporales hasta que tengamos una vacuna, pasaportes de inmunidad o pruebas de diagnóstico del COVID-19 casi instantáneas y disponibles a escala”, explicó Alexandre de Juniac, consejero delegado de IATA.
Otra de las víctimas de la pandemia ha sido el gigante de los cielos: el A380 de Airbus. Aunque algunas de las aerolíneas que operan estos equipos habían anunciado que en los próximos años irían sacando a este modelo de sus flotas o cancelaría los pedidos pendientes de nuevos equipos por el alto costo de operación y un margen de ganancia muy bajo, estas salidas estaban consideradas hasta el 2021. Con la baja demanda en las rutas y los aviones volando a muy baja capacidad, Air France y Lufthansa anunciaron el 20 de mayo un early retirement para su flota de gigantes.
También hay buenas noticias. Lentamente, la industria comienza a reactivarse en Europa y los pasajeros empiezan a regresar a los aeropuertos. Estrictas medidas de bioseguridad, procesos de sanitización y un control detallado de los pasajeros que permita seguir la ruta de un posible contagio, son algunas de las medidas temporales a las que se enfrentarán los viajeros. Pero ojo, la palabra temporal es clave; no se trata —a diferencia del escenario post Septiembre 11— de una nueva manera de operar, sino de la adaptación “temporal” de medidas. Volveremos a volar, muy pronto, aunque posiblemente ya no sea en un A380. No por ahora.