Por décadas, pensamos que todas las jirafas eran una sola especie con distintas variantes. Pero la ciencia acaba de ponerlo en claro: resulta que no se trata de una especie única, sino de cuatro diferentes. Esta reclasificación, oficializada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), tiene un impacto directo en su conservación y en cómo las protegemos a futuro.
La reclasificación en diferentes especies se da después de más de 20 años de estudios genéticos y morfológicos, que sometieron a análisis cerca de 2,000 muestras de ADN y compararon diferencias anatómicas como el cráneo y los “cuernos” permanentes.

¿Cuáles son las cuatro especies de jirafas?
El Grupo Especialista en Jirafas y Okapis de la UICN, basado en análisis genéticos, morfológicos y biogeográficos, determinó que la nueva división de especies para jirafas quede así:
- Jirafa del norte (Giraffa camelopardalis): se trata de la especie más amenazada, con una población de apenas 7,000 que habita en zonas de conflicto político y caza.
- Jirafa reticulada (Giraffa reticulata): con más de 21,000 especímenes.
- Jirafa masái (Giraffa tippelskirchi): aunque cuenta con aproximadamente 44,000 jirafas, su hábitat se reduce por conversión agrícola.
- Jirafa del sur (Giraffa giraffa): la población más numerosa, de 69,000 jirafas.

¿Por qué es importante esta división?
Antes se agrupaban todas como una sola especie, lo que diluía los problemas específicos que enfrenta cada población. Ahora será posible evaluar riesgos individualmente, identificando con precisión las poblaciones más amenazadas.
Aunque icónicas, las jirafas han perdido cerca de un 30% de su población en las últimas tres décadas por una disminución de su hábitat, aumento de caza furtiva y la amenaza de conflictos internos.
La nueva clasificación ayudará a delimitar las zonas de riesgo, dirigir apoyos y recursos según necesidades específicas y aumentar la visibilidad de aquellas especies que están en mayor riesgo.
