En India convirtieron la lluvia en perfume

La ciudad de Kannauj sabe cómo embotellar el fresco olor de las primeras lluvias.

14 Jan 2019

El olfato es uno de los sentidos más sensibles del cuerpo y aunque científicamente la detección de olores se utiliza para reconocer espacios u objetos, con el tiempo este sentido evolucionó y el hombre encontró la manera de fabricar olores. Fue así como los perfumes fueron clave para cuantiosas civilizaciones milenarias (egipcia, griega y romana) y de hecho durante la Edad Media se usaron para encubrir la falta de higiene que había en las calles. Estas pócimas han sido una parte fundamental de la historia de la humanidad y son tan poderosas que incluso han despertado en interés de escritores de la talla de Patrick Süskind; un imperdible de la literatura contemporánea alemana.

El consumo de perfumes a nivel mundial es masivo. Y mientras que nº5 Chanel es la fragancia más vendida en la historia, en Kannauj, India, los perfumes se siguen fabricando artesanalmente. Esta pequeña ciudad, cercana al río Ganges, se encuentra a unos 400 kilómetros al sureste de Nueva Dehli. Desde hace más de tres milenios, este lugar ha sido un referente de las fragancias en el país, ya que es que además de crear olores florales, su insignia es el perfume con aroma a lluvia.

Perfume aroma a lluvia

Enfrascar la lluvia

Los fabricantes de estas esencias artesanales del norte de la India, hechas a base de aceite, han llamado a este singular perfume mitti attar. La narrativa detrás de este producto es que su olor recrea el aroma que emana de la tierra cuando las lluvias del monzón empapan el suelo deshidratado.

Para inmortalizar el olor de la lluvia en una esencia aceitosa, los artesanos de Kannauj utilizan técnicas tradicionales que consisten el destilar pétalos, hojas o pastos. En el caso del mitti attar se emplean pequeños ladrillos de barro húmedo que se obtienen tras las primeras tormentas que caen en la zona.

Perfume aroma a lluvia

Dichos ladrillos se colocan dentro de una olla de cobre sellada que se pone al fuego durante varias horas. Después, la materia prima comienza a evaporarse. Este vapor pasa por un tubo de bambú que lo condensa y que posteriormente se revuelve con un aceite que se impregna del aroma del tabique. Por último, el líquido viscoso que queda tras este proceso se deja en reposo en botellas de cuero y finalmente se envasa en recipientes de vidrio de alrededor de 10 mililitros para venderse como fragancia.

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