Un viaje al Japón del siglo XIX de la mano de un poeta mexicano

José Juan Tablada se autodenominó como el “promotor del japonismo francés de este lado del Atlántico”

26 Jan 2022

Después de haber permanecido cerrado a los extranjeros por doscientos años, Japón se vio obligado a terminar con su política proteccionista y abrirse al comercio internacional en 1854. A partir de la firma del tratado de Kanagawa, la nación asiática empezó a comerciar, primero con los Estados Unidos, luego con Inglaterra y así sucesivamente con otros Estados. Poco a poco, diversos productos japoneses empezaron a llenar las tiendas de las principales ciudades europeas y comenzó una verdadera fiebre de japonismo.

Debido a su histórico aislamiento, el archipiélago se había convertido en un territorio casi mítico para Occidente, así que cuando se abrió al comercio, negocios y estudios de artistas en París y Londres rápidamente se llenaron con grabados, impresiones, xilografías y estampas, pues era lo que más fácil se podía importar. Gracias a estas imágenes, Japón empezó entonces a ser imaginado como un territorio fantástico y poblado por emperadores, castillos, templos y samurais.

Una fiebre llamada “japonismo”

La sociedad europea del XIX se fascinó con los productos del lejano oriente y comenzó entonces una gran fiebre de coleccionismo de objetos “japonistas”. Los elementos artísticos asiáticos proponían una alternativa vanguardista para todos los artistas que buscaban una opción a los estrictos cánones académicos que en ese momento imperaban en el mundo del arte europeo. Su popularidad fue tal que incluso artistas como Vincent Van Gogh, Édouard Manet y Gustav Klimt fueron influenciados por su estética.

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Auto-retrato por Van Gogh, con una estampa japonesa de fondo

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“Retrato de Émile Zola” por Manet. En el fondo se pueden distinguir imágenes japonesas.

Aunque en esta época el turismo ya estaba empezando, Asia se mantenía como un territorio lejano y muy difícil de alcanzar. Aún así, muchos aventureros buscaron cruzar el mundo y aventurarse al casi mítico archipiélago japonés. De esta manera, la fiebre del japonismo también se propagó a México y a América Latina a finales del XIX y principios del siglo XX.

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“Almendros en flor” por Van Gogh. La influencia de las pinturas japonesas de cerezos salta a la vista.

El japonista mexicano

Aunque José Juan Tablada es recordado como uno de los principales poetas mexicanos del siglo XX, el escritor también fue el más importante japonista del país. Tablada viajó al archipiélago asiático por primera vez en 1900 y rápidamente se convirtió en la mejor referencia sobre Japón que existía en México. A lo largo de sus viajes, coleccionó un gran número de estampas y libros sobre el país nipón y, más aún, tuvo un gran interés en divulgar sus conocimientos sobre Japón con el público en general.

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José Juan Tablada

Usando las imágenes que coleccionó a lo largo de sus viajes, Tablada incluso montó, en 1937 y en el Palacio de Bellas Artes, la primera exposición que hubo en México sobre la obra de Hokusai. También introdujo por primera vez el haiku en el mundo hispanoparlante y se llegó a autodenominar como el promotor del japonismo francés “de este lado del Atlántico”. Muchos artistas y escritores lo buscaban y frecuentaban para hablar sobre arte nipón.

Quizás actualmente Japón se asocie más con la tecnología, los robots y la híper-modernidad, pero poder ver ese territorio lejano y casi místico, lleno de cerezos y geishas, es posible gracias a una nueva exposición que recupera la colección artística que Tablada reunió a lo largo de su vida. Obras de los artistas japoneses que fascinaron al mundo hace más de cien años, como Hokusai, Utamaro, Kuniyoshi, Hiroshige y Chikanobu, se encuentran reunidos en el Palacio de Bellas Artes.

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Dr. Atl fue uno de los artistas mexicanos que fue influenciado por la colección japonesa de Tablada.

Si bien ir a Japón se ha vuelto mucho más sencillo que lo que seguramente todos los aventureros pudieron alguna vez imaginar hace un siglo, las obras de arte siempre seguirán siendo una gran manera para viajar no sólo por diferentes territorios, sino también por épocas.

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