El vasto territorio de Columbia Británica -mayor que Francia y Alemania juntos-, al occidente de Canadá, tiene fama mundial por sus atractivos naturales: diez cadenas montañosas y más de 40 000 islas (entre ellas la de Vancouver), hogar de águilas, osos negros y enormes alces que de vez en cuando los visitantes pueden observar en las carreteras.
Para los amantes de la nieve, una de las mejores formas de adentrarse en este entorno es deslizándose en Whistler, un pequeño pueblo de sólo 14 000 habitantes pero que cuenta con el resort de esquí más grande de Norteamérica, además de un festival gastronómico en el que los vinos y cervezas locales son los protagonistas.
Junto con otras sedes en Vancouver, Whistler recibió los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010, por lo que cuenta con toda la infraestructura para los deportistas más exigentes: 200 pistas de esquí de distintos niveles de dificultad, cinco parques de snowboarding, 3 300 hectáreas transitables y 38 teleféricos que alcanzan una altura de hasta 1 609 metros sobre el nivel del mar. Anualmente caen diez metros de nieve y en la temporada más alta, a mediados de diciembre, las montañas albergan hasta 61 000 esquiadores por hora.
Para quien quiera evitar las multitudes, lo mejor será visitar Whistler en las últimas nevadas, a finales de abril. Otra opción es pasar sólo un día en medio de las montañas y regresar por la noche a Vancouver, que está a dos horas en carretera.
Por la noche, uno de los sitios más codiciados para cenar es el restaurante japonés Sachi Sushi, especializado en la preparación de atún y salmón crudos. Debido a su cercanía con la costa del Océano Pacífico, en Whistler la pesca es una actividad económica importante y la garantía de que siempre habrá comida del mar muy fresca.
Con el calor del verano
Esta villa fue construida en torno a un sendero peatonal, así que sin importar dónde te hospedes y a dónde vayas, basta una caminata para llegar. En el centro hay un complejo comercial con más de 200 tiendas y boutiques, entre alta costura y joyería hecha por artesanos de las “Primeras Naciones”, como denominan a las comunidades aborígenes.
Muy cerca de ahí está el restaurante Araxi, que se ha convertido en uno de los favoritos de la zona por sus ostras, pero también tiene otros platillos recomendables como el famoso choucroute garnie, con carne de cerdo y salchichas hechas ahí mismo. La sommelier, Samantha Rahn, fundó recientemente una marca de vinos con su nombre; está a la venta en el lugar y se recomienda para acompañar la tarte flambée con queso blanco, cebolla y tocino.
Para disfrutar aún más de la gastronomía local no hay que perderse el festival Cornucopia que en noviembre de cada año reúne lo mejor de la cocina local en su Centro de Conferencias, al que también puede llegarse a pie.
Durante casi dos semanas podrás disfrutar de las pláticas y catas con distintos especialistas, que te enseñarán a saborear el whisky, el ron, la carne de cerdo y de conejo.
Las compras y la comida son sólo la opción más relajada para visitar Whistler. En verano se llena de ciclistas, alpinistas y aventureros de todo tipo. Las montañas que se cubren de nieve espesa en invierno, ofrecen también rutas para practicar senderismo, espacios para rafting y hasta puenting. En cualquier momento puedes correr con la suerte de ver uno de los osos negros que viven en la zona y que visitan ocasionalmente el campo de golf del hotel The Westin Resort & Spa, uno de los más grandes, lujosos y cercanos a las montañas.
Basta una mañana para recorrer el Bike Park que tiene una vista inigualable hacia los lagos y colinas. Al terminar la travesía puedes comer en Alta Bistro, el restaurante de moda que con productos locales crea innovadores platillos inspirados en tradiciones canadienses, como la moronga con encurtido de repollo, con tocino, habas de borlotti y tocino, además de su paletilla de cordero rostizada, preparada con vino, curry y pétalos de echalote. Se recomienda maridar con cerveza producida en Whistler o Vancouver.
Para despedirse de este pequeño remanso de paz lo mejor es subirse al Peak2Peak, el teleférico más largo y alto del mundo que conecta a Whistler Mountain con Blackcomb.