Los robots son los nuevos encargados de la hospitalidad japonesa

La presencia de robots en el día a día nipón no es una novedad, pero ahora los vemos desempeñar tareas sorprendentes.

14 Feb 2022

De la misma manera que hablar de Japón supone no pasar por alto la tecnología, es necesario que nos detengamos en un concepto clave para la sociedad nipona y que nos permitirá entender por qué las puertas del taxi se abren automáticamente o por qué los asientos de los inodoros están calientes en el archipiélago nipón.

La palabra en cuestión es omotenashi, que se traduce como “hospitalidad japonesa”, pero que esconde un significado mucho más profundo. Estamos hablando de una meticulosa atención al detalle para satisfacer a los demás, para anticiparse a sus necesidades, para ofrecer una experiencia memorable en cualquier momento y en cualquier lugar, bien sea en casa con invitados, en el supermercado con clientes o en el hospital con una mujer que acaba de dar a luz. Dicen que esta singular manera de intentar complacer a los demás tiene su origen en la ceremonia japonesa del té. Sea donde fuere, la innovación tecnológica en Japón siempre ha ido de la mano de la cultura omotenashi, por eso, cuando abordas un taxi en el archipiélago nipón, la puerta se abre de forma automática –lo que facilita una entrada cómoda y amable al viajero– y, cuando te sientas en el inodoro, te encuentras la taza caliente, con lo que se mejora notablemente la experiencia.

Foto: Gui Martínez

Autómatas en Japón

La presencia de robots en el día a día nipón no es una novedad. Hace años que en algunos edificios de Tokio vemos rodar robots con varias cámaras, de estatura mediana, revisando cada recoveco con el fin de enviar imágenes al punto de seguridad gestionado por humanos, o al entrar a cafeterías hay un robot de brazos alargados que te prepara un café con leche perfecto, con la dosis perfecta y una entrega perfecta –sin gotas derramadas por la taza o el plato–, ofreciendo un servicio excelente, siempre y cuando lo que te importe sea únicamente el producto y no el trato con el camarero en cuestión.

Ya en el año 2015, la cadena Henna Hotel abrió por primera vez un hotel con una plantilla que contaba entre sus filas con personal humano, pero que también estaba compuesta por una humanoide y un dinosaurio encargados de la recepción, un robot portamaletas o un asistente en la habitación a cargo de encender la luz o regular el aire acondicionado. Esta apuesta supuso que la cadena fuera registrada en el Libro Guinness de récords mundiales, un reconocimiento que los llevó a expandirse por el país donde suman numerosos establecimientos, aunque con muchos problemas dadas las limitaciones de sus empleados autómatas.

Foto: Gui Martínez

Escasez de mano de obra

Es una obviedad mencionar que el trabajo que hacen los robots o humanoides citados los desempeñaba originalmente el ser humano, pero es necesario hacerlo porque nos conduce a la siguiente interrogante: ¿estas máquinas inteligentes les restan oportunidades laborales a las personas? Antes de responder debemos tener en cuenta que, de momento, no son autónomos: los robots necesitan asistencia para ser programados, cargar sus baterías o resolver problemas más allá de sus capacidades, como puede ser una pregunta que la humanoide de la recepción no esté programada para contestar y que ponga en peligro la ya mencionada hospitalidad nipona. Pero, volviendo a la cuestión que nos ocupa, la respuesta aquí es clara: no, los robots en Japón no les arrebatan el trabajo a las personas. Con más de 125 millones de habitantes, el país cuenta con una población envejecida y arrastra una grave carencia de mano de obra, lo que incluso impulsó al gobierno hace unos años a facilitar la entrada de trabajadores extranjeros para intentar suplir así la escasez de personal. Algunas empresas niponas han llegado a reconocer que, sin la presencia de robots, su actividad habría cesado.

Foto: Gui Martínez

Salud tecnológica

¿Sabías que existe un robot terapéutico llamado Paro, con forma de foca de peluche, para niños con síndrome de Down o autismo? ¿O que, cuando estalló la pandemia en Japón, el robot Pepper fue el encargado de tomar la temperatura o dar medicación a pacientes infectados en algunos centros de salud, evitando así la exposición de un trabajador sanitario? ¿Has visto ese robot que le ayuda a un paciente tumbado y sin movilidad a incorporarse en una habitación de hospital? Tiene cara de oso y se llama Robear. Estos tres robots son tan sólo algunos ejemplos de cómo Japón hace uso de sus avances tecnológicos para resolver situaciones de diferente índole que afectan a seres humanos y con los que consiguen tratarlos, protegerlos y auxiliarlos.

Foto: Gui Martínez

Entretenimiento robotizado

Los compañeros robots ya son una realidad. La industria tecnológica japonesa lleva trabajando décadas en el entretenimiento y  acompañamiento para pequeños… y no tan pequeños. Lovot es uno de ellos: un robot de 43 centímetros de alto que va sobre ruedas con una cámara de 360 grados en su cabeza y unos ojos que parecen percatarse de todo. Es como un peluche, con diferentes trajes, una temperatura semejante a la de una persona y sensible al tacto. Su objetivo, tal como describen sus creadores, “es que te haga feliz, que cuando toques a tu Lovot, lo abraces u observes, te relajes y te sientas mejor”. Lo mismo pensaron los autores de Aibo, un perro autómata que, excepto por sus necesidades, hace de todo. Mueve los ojos, las orejas y la cola, reacciona a los estímulos de su dueño, detecta sonidos e imágenes, juega y duerme.

Foto: Gui Martínez

Bienvenido al futuro

Es indudable que la apuesta robótica japonesa pasa por el sector sanitario y el de servicios –con esencia omotenashi–, sin olvidar el entretenimiento, pero, ¿qué será lo siguiente? Podemos encontrar algunas pistas en Miraikan, el Museo Nacional de Ciencias e Innovación en Tokio. La sección de robótica muestra las últimas tendencias y el asistente puede contemplar numerosas exhibiciones que, lejos de lo que haga la máquina inteligente en cuestión, definen irremediablemente nuestro futuro.

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