“Esta ciudad me da esperanza”, dice Javier Arredondo, fundador de Travesías. Y es que Tokio es una ciudad enorme en donde todo funciona, la gente es muy respetuosa, el transporte público opera de manera perfecta, no hay un papel tirado en la calle, no se escuchan cláxones ni hay ruido de autos y no es bien visto hablar por celular en los trenes o el metro.
Nos quedamos en el New Otani, un hotel clásico japonés con muy buenos restaurantes. La mayoría de sus huéspedes son japoneses, así que se puede experimentar la cultura local desde el desayuno; hay muchos eventos sociales y bodas, por lo que es común ver mujeres en kimonos en los majestuosos jardines del hotel, que fueron parte de la villa de un samurái en el siglo XVI.
El programa de Club Travesías en Tokio fue diseñado por Javier; durante cinco días recorrimos algunas de sus zonas favoritas visitando tiendas, galerías, museos, jardines y comiendo en lugares deliciosos con diferentes tipos de gastronomía japonesa. Nos acompañó Ryu Nakazono, quien además de ayudarnos en el tema de la comunicación nos dio la visión de un local. También convivimos con personalidades del mundo del arte y un doctor en Historia, experto en la relación Mexico-Japón.
El primer recorrido inició en el barrio Daikanyama, específicamente en la librería Tsutaya T-Site, una de las más bonitas del mundo. Visitamos jardines y boutiques, como Issey Miyake, APC, y muchas más de diseñadores independientes hasta llegar a Nakameguro, la zona junto al canal de Meguro donde hay pequeñas boutiques y cafés con mucha personalidad. La cena fue en Higashiyama Tokio, un restaurante que tiene 20 años de servir comida japonesa para un público local.
El segundo día iniciamos en el parque de Meiji, que en otoño estaba espectacular. En el imperdible templo de Meiji tuvimos la suerte de ver dos bodas tradicionales y el rito de Shichi-Go-San, que consiste en llevar a niños de tres, cinco y siete años al templo para dar gracias y pedir por su crecimiento. Después recorrimos Omotesando, una de las calles más refinadas de Tokio, que alberga boutiques de marcas de lujo diseñadas por grandes arquitectos contemporáneos, como Herzog y De Meuron, Kengo Kuma y Sanaa.
Por la tarde comimos en Kanetanaka, un espacio exquisito diseñado por el fotógrafo Hiroshi Sugimoto, visitamos el jardín y el museo Nezu —del arquitecto Kengo Kuma— y cenamos en Maisen, un lugar tradicional, relajado y famoso por hacer el tonkatsu (cerdo empanizado) más famoso de Tokio.
Al día siguiente visitamos el showroom privado de Sony para descubrir las últimas tendencias en tecnología (incluido un encantador perro-robot). Comimos en Seamon, una barra de sushi en Ginza, y después recorrimos la emblemática concept store Dover Street Market en compañía de su director de Relaciones Públicas. Otra parada fue Ginza 6, un centro comercial de superlujo que presume uno de los roof gardens más grandes de Tokio. La cena fue en Akita, un restaurante tradicional donde se sirve shabu-shabu, y cerramos la jornada en Ginza Music Bar, un pequeño bar que nos encanta por la selección musical de viniles y su whisky (japonés).
El cuarto día se lo dedicamos a Roppongi, un barrio muy animado donde hay muchas opciones de restaurantes, bares, galerías y boutiques. La arquitectura de la zona es muy impresionante: edificios muy altos, lujosos y con piezas de arte sobresalientes. Aquí encuentras muchas galerías de arte contemporáneo; nosotros visitamos Taka Ishii y Perrotin de la mano de sus respectivos curadores. También fuimos al museo Mori que, además de sus increíbles exposiciones, ofrece un observatorio en el piso 54 donde se puede ver toda la ciudad desde las alturas. La cena de despedida fue en Arakawa en Roppongi Hills Club, un lugar muy exclusivo donde el cocinero prepara directo en tu mesa el teppanyaki con diferentes cortes de carne, verduras y mariscos.
El último día recorrimos Asakusa y la zona de Ueno, un gran parque donde se encuentran espacios culturales muy importantes, como el Museo de Arte Occidental, una joya modernista de Le Corbusier. Después caminamos al barrio de Yanaka y visitamos la galería de arte contemporáneo Scai the Bathouse en compañía de su director. Vivir Tokio de la mano de Club Travesías fue una experiencia muy enriquecedora, ya que además de disfrutar de los lugares favoritos de un experto, convivimos con un grupo de viajeros muy entusiastas que no se cansan de recorrer el mundo y aprender de cada destino. ¡Ya estamos listos para el siguiente viaje!
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