Catar está ubicado en una pequeña península en el golfo Pérsico totalmente cubierta por desierto. Aunque históricamente su economía se había basado en la pesca y la recolección de perlas, en enero de 1940 aparecieron enormes yacimientos de petróleo y gas natural, y de la noche a la mañana el diminuto país se convirtió en uno de los más ricos del mundo.
Recientemente el emirato ha iniciado ahora una gran campaña para convertirse en un referente cultural del mundo. Para refrendar este objetivo, después de haber estado en construcción por ocho años finalmente ha abierto sus puertas la nueva sede del Museo Nacional de la nación. Un asombroso espacio que fue diseñado por el francés Jean Nouvel, uno de los arquitectos más importantes y reconocidos del mundo, conocido por haber diseñado el Instituto del Mundo Árabe de París y el nuevo Louvre Abu Dhabi.
La rosa del desierto
El diseño del museo está inspirado en la llamada “rosa del desierto”, una formación de cristales de yeso, agua y arena que aparece en las regiones desérticas del mundo. Por eso en el seco y caluroso clima de Arabia Jean Nouvel pensó esta como un caravasar, antiguas estructuras que daban cobijo a las caravanas que cruzaban el desierto.
Hay que destacar que la meta de este recinto es reflejar la identidad, los valores y las tradiciones del pueblo catarí. Por eso, el museo está dividido en tres secciones y 11 galerías en las que se podrá contemplar desde la formación de la península hace millones de años, hasta la historia reciente de la nación. Asimismo, la intención de cada sala es crear atmósferas que envuelvan a los visitantes y que estimulen todos sus sentidos, por ello, además de objetos la narrativa del recinto se compone de imágenes, filmes, sonidos, aromas y elementos táctiles.
La historia de una nación entera en un museo
La pieza principal es la antigua residencia real del jeque Abdullah bin Jassim Al-Thani, durante cuyo reinado se descubrieron los yacimientos de petróleo del país. El palacio representa el corazón de la identidad de Catar y fue el primer museo nacional del país. Abrió en 1975, cuatro años después de que el emirato ganara su independencia de Inglaterra, y cerró sus puertas en 2005.
El museo incluye además un auditorio con capacidad para 220 personas, un centro de investigación con laboratorios, que se pueden utilizar por restauradores e historiadores, un jardín botánico compuesto por plantas autóctonas del desierto, y un restaurante localizado en el terraza.
Numerosos artistas contemporáneos contribuirán con piezas de arte inspiradas en el patrimonio y la historia del país. Jananne Al-Ani propondrá un proyecto en torno a los artefactos y sitios arqueológicos del Quatar, Abderrahmane Sissako grabó una serie de videos cortos sobre el estilo de vida nómada de los beduinos, y Ai Weiwei constribuirá con una escultura que represente el auge y declive de la pesca de perlas en el territorio.
El desierto que se volvió una mecca cultural
El museo forma parte de un ambicioso plan para convertir a Doha en una capital cultural. Si las colecciones de los museos occidentales tardaron décadas o incluso siglos en formarse, las de los museos árabes se han juntado en el lapso de algunos cuantos años.
El recinto acompaña al Museo de Arte Islámico (inaugurado en 2008), y al Museo Árabe de Arte Moderno, que abrió sus puertas en 2010. A estas instituciones pronto se les unirán el Museo del Orientalismo y el Art Mill, diseñado por Alejandro Aravena que será uno de los centros culturales más grandes de Catar.
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