Tres rutas gastronómicas por Uruguay

Tres recorridos por la cocina y los paisajes de un país donde todo ocurre a un ritmo relajado.

16 Aug 2019

Queso y vino en Carmelo
Ubicada a una hora en barco de Buenos Aires, y a tres de Montevideo por tierra, Punta Gorda es la zona más afamada en la localidad de Carmelo, en el departamento de Colonia. Con vista a una pradera ligeramente ondulada, este pequeño poblado se encuentra en el Km. 0 del Río de la Plata, al suroeste del país, y es tierra de bodegas y queserías, restaurantes de viñedo y hoteles boutique, en donde se juega al polo y al golf.

Lo ideal es visitar Punta Gorda en un fin de semana de primavera, y recorrerla en las bicicletas que ofrecen los alojamientos, para poder disfrutar con tranquilidad del paisaje.

Sobre la ruta 21 se encuentra el Relais & Chateaux, Wine Lodge Narbona, cuyos yogures, dulce de leche casero, quesos tipo Parmesano y mozzarella, son imperdibles, y se pueden probar junto a vinos y aceite de oliva extra virgen de producción propia. En su restaurante, construido dentro de un encantador almacén antiguo, preparan pastas secas con corderos criados en la zona y sirven Tannat (variedad insignia del país) por copa.

Además, para los enófilos, la zona ofrece visitas a los viñedos centenarios de la Familia Irurtia; y también a la bodega boutique El Legado, ubicada junto a la Capilla San Roque, el eterno almacén del barrio y la Posada Campo Tinto. En Carmelo la naturaleza se funde con un estilo sofisticado en un destino relajado de fin de semana.

Nostálgica Montevideo
Con aire melancólico, la Ciudad Vieja de la capital uruguaya deja entrever un pasado de gran actividad social y cultural. La recomendación es recorrerla a pie desde el Mercado del Puerto de Montevideo hasta la Puerta de la Ciudadela, o por la ciclo-vía en una bicicleta rentada.

En el Mercado del Puerto predomina la parrilla y en ella, la carne asada, orgullo nacional. El Palenque es el puesto más reconocido. Justo enfrente, por la calle Piedras, está la galería de artistas locales mvd, y desde allí ya se visualiza la influencia Art Decó.

Para el almuerzo, la recomendación es parar en Jacinto, el restaurante de aire porteño y menú rioplatense de la chef Lucía Soria, y seguir por la calle Sarandí a la tienda de vinos Esencia Uruguay, para probar etiquetas nacionales.

Para cultivar la cultura, Mi Museo Interactivo de la Carne, la Catedral, el museo Guvrich y el Cabildo de Montevideo se encuentran a pocas cuadras de distancia, en la plaza Matriz, rodeados de artesanos ambulantes. Además, por la calle Reconquista, el Espacio de Diseño La Pasionaria reúne diseñadores, artistas plásticos, un restaurante, sala de exposiciones y biblioteca. El camino por la Ciudad Vieja termina en el Teatro Solís, principal sala de la ciudad, y la librería Puro Verso.

Si la visita a Montevideo fuera en domingo, el mercado de pulgas de la calle Tristán Narvaja, es imperdible. Hay que probar las tortas fritas (masa de harina y agua frita en grasa de cerdo).

Para cerrar el paseo, es obligatorio comer al menos un chivito, sándwich de carne nacional, que tiene su mejor versión en el Bar Tinkal, en el barrio Parque Rodó.

Boho-chic: José Ignacio
Este pueblo encantador, de playas amplias, faro y unas pocas casas, debe su fama al ambiente distendido que profesa. Allí, los habitués del pueblo se saludan y encuentran, todo el año, en el restaurante Parador La Huella.

En la cocina, José Ignacio es hija de Francis Mallmann, pues sobran los hornos de barro, como método predilecto de cocción; la llama, la madera encendida y el calor intenso. En estas cajas de ladrillos reinan los pescados, como el pejerrey y el lenguado, el cordero y los vegetales asados, que tan fuertes brotan en la fértil tierra uruguaya: zapallo, espinacas, nabo, calabacín, rúcula y hierbas.

Entre los cocineros más destacados, se encuentran Jean Paul Bondoux con su Almacén el Palmar, Federico Desseno del restaurante Marismo, el mediático Fernando Trocca con sus platos de entre casa en el Mostrador Santa Teresita, Clo Dimet con sus curries en Posada Paradiso y La Susana en Bahía Vik, con pesca, sushi y parrilla. El menú en el pueblo no varía demasiado, pero las mejores milanesas, plato nacional, se consiguen en el almacén de Manolo, en la plaza del pueblo.

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