La Orquesta Sinfónica que se reunió virtualmente para interpretar el Bolero de Ravel y darnos tranquilidad a todos

El distanciamiento social no es un impedimento para que la Orquesta Sinfónica de Francia haga música.

27 May 2020

Si alguien le hubiera dicho a nuestros bisabuelos que la gran conquista del futuro iba a ser la posibilidad de estar en un sitio sin estar, ninguno lo hubiera creído. Era imposible pensar que en solo un siglo las personas iban a poder visitar museos sin poner un pie en ellos. También era improbable creer que en el porvenir las cámaras y los teléfonos se iban a unir para que dos amigos, en distintos continentes, se pudieran conectar y ver las caras y que en 2020 los que quisieran podrían conocer la inmensidad de un safari en África desde un minúsculo estudio de una ciudad de Europa.

Pareciera que sin darnos cuenta el futuro nos ha alcanzado y ahora, en medio de la peor pandemia del siglo XXI, los avances tecnológicos nos han permitido vivir nuestro aislamiento acompañados de amigos, familia y por supuesto de arte. En los últimos meses, miles de personas de todas las nacionalidades han podido leer libros que solo existen en la nube y escuchar conciertos en vivo sentados en el recoveco favorito de su casa. La oferta es infinita, no obstante vale la pena destacar algunos eventos que, más allá del coronavirus, se quedarán en nuestra memoria por siempre.

El día que todos dieron un concierto desde su sala

Un ejemplo asombroso de lo anterior lo pudimos apreciar hace unas semanas cuando la Orquesta Nacional de Francia se reunió virtualmente –cada músico en un escenario distinto acompañado únicamente de su instrumento– para ofrecer una magistral interpretación del Bolero de Ravel. Esta presentación colectiva estuvo dedicada a todas las personas que se han tenido que quedar en casa para evitar la propagación de la pandemia.

La iniciativa surgió de los mismos músicos. Cada uno se grabó y luego un ingeniero hizo todo un ensamble para que esta pieza clásica saliera a la perfección. Al respecto, uno de los integrantes de la filarmónica, Daniel Benetti, dijo que esto lo hacían para el público, porque sin él en realidad no existían. Y qué mejor manera de llegar a todos que a través de YouTube; donde el clip está totalmente gratis, ahí para quien quiera verlo.

Hay que destacar que el experimento no fue sencillo. El primer paso fue reducir la obra de 15 a 4 minutos para que se adaptara a la plataforma. Luego se le envió a cada integrante de la orquesta las partituras y un audio que incluía los tiempos y una pieza previamente grabada. La intención fue mantener el compás para que a pesar de la lejanía todo estuviera sincronizado.

El resultado fue tan inesperado como hermoso. Solo por esta ocasión se dejó atrás la etiqueta que protagoniza los concierto de la filarmónica, y los melómanos pudieron conocer el lado humano de los 50 intérpretes que participaron. Algunos grabaron su pedazo de la obra frente al mar, otros en su sala y unos pocos al lado de una ventana en la que se asomaba un París silencioso.

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Ninguno tenía corbata. Ninguno quería demostrar algo. Todos estaban ahí por la música y por este momento tan duro que nos ha tocado vivir. Ahí estaban solo ellos y las notas melódicas (casi hipnóticas) del Bolero de Ravel y un mensaje en el tambor del percusionista: “quédate en casa”.

Historia breve del Bolero de Ravel

El autor de este himno, que se ha reciclado con el tiempo, fue el francés Maurice Ravel. Según han revelado algunos historiadores, esta pieza se hizo especialmente para una bailarina rusa llamada Ida Rubinstein. La intención del compositor era trabajar lo menos posible, ya que él quería orquestar y no componer, así que escribió una tonada y la repitió desde principio hasta el final.

La obra inicia con el redoblar continuo de un tambor. Sutilmente (casi sin que nos demos cuenta) este instrumento se reúne con los de viento y de aire y entonces la melodía se vuelve intensa, casi roja. Quizá si alguien le hubiera dicho a Ravel que 50 músicos la iban a interpretar por separado para dar esperanza a la gente encerrada, él nunca lo hubiera creído.

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Ravel en su piano en 1912.

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Foto de portada: tomada de YouTube

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