En una necesidad constante por calmar sus nervios y aquellos episodios alucinantes, Vincent van Gogh se caracterizó, desde joven, por viajar continuamente en busca de tranquilidad, serenidad e inspiración. A los 37 años, edad en la que murió, había vivido en 15 ciudades distintas alrededor de Europa.

Cada locación resultó una importante fuente de iluminación, misma que se ve plasmada en sus obras, incluso en las más nostálgicas. En honor a eso, elegimos esos cuatro lugares en donde el holandés desarrolló algunas de sus pinturas más fascinantes.

Nuenen, Países Bajos

En esta localidad Vincent dio clases mientras vivía los primeros años de su carrera como artista. Entre 1883 y 1885 pintó hasta siete veces el molino De Roosdonck, cada vez con una luz distinta. También capturó escenas cotidianas entre los pobladores, así como la famosa iglesia de Nuenen.

Iglesia de Nuenen

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París, Francia

El artista permaneció dos años en París, entre 1886 y 1888. En esta ciudad transformó radicalmente su trabajo y su técnica, en primera instancia introdujo el impresionismo a su obra, usando a Claude Monet como referente. Fue entonces cuando dio vida a uno de sus autorretratos mas famosos, aquel en el que aparece con un sombrero negro acompañado de tonalidades oscuras.

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Jardines de Luxemburgo

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Monasterio Saint-Paul y provincia Saint-Rémy, Francia

Gracias a distintas excursiones y largas caminatas nocturnas por los parajes de Francia, van Gogh encontró la inspiración para su obra emblemática La Noche Estrellada, una pieza turbulenta y compleja. Esta etapa fue una de las más inquietantes para el artista, aunque también una de las más productivas. En dicho periodo, también capturó varias escenas naturales en colores tenues.

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Monasterio Saint-Paul

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Campo de trigo con cipreses

Auvers-sur-Oise, Francia

El holandés se instaló en Auvers, en 1889, tras salir del hospital Saint-Rémy de Provence. Ahí pasaría sus últimas semanas de vida y realizaría un centenar de cuadros cuyo objetivo era capturar la esencia de las flores, los paseantes y las construcciones que lo rodeaban, tal como ocurrió con la iglesia del pueblo de estilo gótico.

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Iglesia de Auvers-sur-Oise

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