De lo gris de la Ciudad de México a lo verde de Tepoztlán

Para muchos, la pandemia representó una oportunidad para replantear la manera como vivimos y dónde lo hacemos. Buscamos a cinco personajes para los que el cambio de ritmo no sólo fue el momento perfecto para buscar mayor contacto con la naturaleza y desarrollar nuevos proyectos, sino para encontrar un hogar fuera de la Ciudad de México. Esta es la historia de Jorge Rosano.

12 May 2022

Jorge Rosano nació en la Ciudad de México pero creció en Tepoztlán, y desde entonces ha mantenido un pie en cada lugar. Sin embargo, la pandemia sirvió como la oportunidad perfecta para reconectarse con el pueblo —donde viven su mamá y muchos de sus amigos— y plantearse una dinámica distinta, en la que, más allá de ser un destino de descanso, se convirtió en una base fija para su proceso creativo como artista.

¿Qué fue lo que te impulsó a dejar la Ciudad de México durante la pandemia?

Cuando comenzó la pandemia, no le vi mucho sentido a encerrarme en un departamento en la ciudad, así que me fui a Tepoztlán durante varios meses. Conforme se han reactivado las actividades, he tenido que volver cada vez más a la Ciudad de México (por ejemplo, durante la Semana del Arte a finales de abril). Sin embargo, ya he mudado una parte de mi estudio y producción artística a Tepoztlán. Además, esta nueva dinámica me ha dado la oportunidad de ver más a mi madre, algo que valoro muchísimo.

¿Cómo cambia tu dinámica de trabajo en Tepoztlán?

Mucha de mi obra está ligada con la investigación, y si bien Tepoztlán siempre fue un gran lugar para bajar ideas, ahora llego con la misión de hacer cosas. Antes estaba muy acostumbrado a trabajar con otras personas, así que la pandemia me hizo ensimismarme en mi propia producción. Ha sido muy bonito tener un espacio mucho más grande que el de un estudio en la ciudad. Ahora puedo trabajar en el jardín y explorar formatos mucho más grandes.

¿Qué hace a Tepoztlán un lugar tan especial?

Creo que los tepoztecos y los tepoztizos (como nos dicen a los que no nacimos ahí) somos muy orgullosos del pueblo. Es un lugar espiritual desde tiempos prehispánicos, pero tiene una vibra muy mágica más allá de eso. Hay una energía intensa y especial que une a la gente, y algo que pasa mucho es que los que crecimos allá siempre volvemos en algún punto de la vida, especialmente cuando hay planes de formar una familia y buscar una opción más tranquila que la ciudad. En Tepoztlán hay una muy buena comunidad que revivió con la pan-demia. Incluso tengo muchos amigos que ya se mudaron de manera permanente. Ahora el internet es mucho más estable (antes ni siquiera teníamos señal de celular), así que la conectividad permite que la gente trabaje desde cualquier lado. En mi caso es complicado, porque vender obra por internet no es tan fácil, pero Tepoztlán es un pueblo que amo y me ha dado muchas cosas. Además me encanta vivir en el barrio de Santo Domingo y estar en el corazón del pueblo.

¿Has notado algún cambio de ritmo en los últimos meses? 

Totalmente. El cambio de ritmo ha sido muy drástico. Antes de la pandemia, Tepoztlán era un pueblo fantasma de lunes a jueves, y ahora hay movimiento toda la semana, e incluso tráfico.

Recomendaciones prácticas

Dónde dormir

Casa Fernanda, un hotel boutique y spa muy lindo y cerca del centro.

Dónde comer

Axitla, un pequeño restaurante camino al Tepozteco. Es una puertita medio escondida que puede pasar desapercibida, pero es un lugar consentido de los locales.

Una caminata

Además del Tepozteco, recomiendo subir hasta el mirador de Los Corredores (que es una caminata intensa, pero con una gran vista) y hacer el camino antiguo a Santo Domingo, especialmente en temporada de lluvias, ya que pasas por un río y se ve increíble.

Un secreto local

El Santuario de los Venaditos, una reserva dedicada a la conservación de estos animales. Ideal para familias y gente que busca actividades al aire libre.

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