Escapada al Valle de Guadalupe

No por nada el Valle de Guadalupe es tan famoso y se ha convertido en el punto de encuentro gastronómico más importante.

23 Sep 2019

Hay que subir y alejarse del mar, pero es un camino corto. Media hora, en un KIA Río Sedán que sabrá enfrentarse con las pronunciadas curvas del camino y de pronto, uno se encuentra en el Valle de Guadalupe, la zona de producción vinícola más importante del país.

Pero este Valle es mucho más que eso. De unos años para acá, un importante movimiento gastronómico, nació aquí. Basado en el concepto de Mexiterráneo, que compara la tierra y el clima con el de la cuenca del Mediterráneo, distintos chef encontraron en esta zona un espacio donde más que cocinar, pueden también cultivar verduras y conseguir proteínas de alta calidad, muchas veces producidas de manera artesanal.

Restaurantes como Laja, Corazón de Tierra y Malva abrieron sus puertas y de pronto al Valle ya no se iba nada más a conocer bodegas de vinos sino a vivir una experiencia gastronómica. Con ello también empezó a florecer la hotelería, y nacieron Adobe Guadalupe, Villa del Valle, Encuentro Guadalupe y hasta 4 Cuatros, uno de los primeros espacios de glamping en México.

Con hermosas vistas al valle y los viñedo, La Esperanza es otro restaurante que se ha sumado a esa lista. Siguiendo el concepto de Baja-Med, esta es la parada ideal después de visitar una bodega y aprender sobre el antiguo arte la viticultura. Con una gigantesca terraza abierta al exterior, desde aquí se puede seguir a conocer la famosa Cava de Marcelo, que no es más que la bodega de quesos Ramonetti o asomarse a la Estación de Oficios El Porvenir, mejor conocida como “la escuelita”. Aquí, además de rescatar métodos artesanales de producción venden algunos de los productos que enseñan a fabricar, como el aceite de oliva.

A la vuelta, se puede hacer una escala en los acantilados, para disfrutar de la vista del mar desde lo alto.

Tú también, descubre un destino como Valle de Guadalupe con #KIATravel.

En este viaje, KIA Río Sedán fue nuestro mejor compañero.

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