Todos los habitantes de la Ciudad de México alguna vez han escuchado que vivimos en la metrópolis con más museos en el mundo: hay grandes, pequeños, en las alturas, bajo la tierra… Es algo de lo que se jacta la gente pero ¿en realidad, cuántos hemos visitado?

A Club Travesías le encanta explorar la ciudad, y fue en medio de una de las zonas con más movimiento del Centro Histórico que llevó a sus socios a una experiencia que pocos habían vivido: el Museo Numismático Nacional. “¿Cómo se hacen las monedas?” es una de las preguntas que uno no se haría en la vida hasta que se visita este recinto. Para responderla, Ricardo Vázquez Ruiz dio a los socios un recorrido guiado en el que pudieron aprender todo el proceso que llevan los metales, hasta tener como resultado uno de los objetos más ordinarios —e importantes— de nuestro día a día.

Apenas uno entra al edificio —cuya historia se remonta al siglo XVII, cuando separaban el oro que venía mezclado con la plata de las minas de todo el país—, se olvida de las calles bulliciosas. Pero es hasta ver el tamaño de las máquinas de la Sala de Fundición que uno entiende que está en una fábrica. Aquí, los trabajadores tenían que soportar altas temperaturas por la energía necesaria para fundir los metales. Para darse una idea, uno puede cargar las pinzas y demás herramientas que utilizaban e imaginarse lo que era trabajar bajo esas condiciones. De ahí, se llevaban las barras metálicas a la sala de amonedación, donde el problema era el ruido: cientos de barras de metal siendo golpeadas, tiradas al suelo y amoldadas al mismo tiempo. La demostración del personal incluye el uso de La Bailarina, una de las máquinas más viejas de la Casa de Moneda, responsable de grabar las monedas.

Para terminar el recorrido, entramos a la Galería Numismática, donde se exponen más de 600 piezas históricas, desde medallas olímpicas hasta las primeras monedas que circularon en el país.

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